lunes, 21 de marzo de 2011

Trinidad Aparicio-Barcelona, España/Marzo de

TRES ROSAS ROJAS


Durante la juventud creemos amar

pero sólo cuándo hemos envejecido
en compañía de otro,
conocemos la fuerza del amor.
ANÓNIMO.


De camino hacia el trabajo, Juan no conducía con la debida atención. En un momento dado casi cruza una avenida estando el semáforo en rojo; luego un estridente y persistente bocinazo le indicó que la luz estaba en verde. Avanzó con más precaución, pero el dolor que sentía causado por el deceso de su madre, seguía perturbándole.


Sus padres habían pasado épocas de bastante escasez, pero eso no fue razón para que ni a su hermana ni a él, les faltara nunca nada. La buena convivencia conyugal hacía que la armonía reinara en el hogar, Juan no guardaba recuerdo alguno de que durante la sobre mesa la conversación fuese tema de críticas o de dinero.

            Hoy, al frente de una familia constituida, comprendía el esfuerzo que debían de haber hecho sus padres para darles una buena educación y cubrir gastos del hogar.

  Desde que su madre falleció, su padre se avejentaba día a día. Lo que menos merecía  era estar solo. Consultó con su hermana que hacer al respecto, mas ésta alegó que ella no gozaba de un sólido matrimonio y hacerse cargo del viejo le ocasionaría más problemas. Juan tenía un verdadero dilema: en su casa no había lugar.

Con nostalgia iba recordando instancias de su infancia. Los desayunos domingueros eran una fiesta: churros con chocolate espeso y bien  caliente. Sonrió al recordar el disgusto que tuvo un año cuándo en vísperas de Reyes Magos, unos “ladrones” rompieron su alcancía llevándose todas las monedas. Al día siguiente encontraron en el balcón una cajita con soldaditos de plomo para él y una muñeca de cartón para su hermana.  ¡Pobres Reyes magos! ¡Qué poco dinero encontraron en la alcancía.!
Sin embargo,  siempre le había intrigado el que a pesar del escaso presupuesto nunca faltaron sobre la cómoda tres rosas rojas las que reflejadas en el espejo daban la ilusión óptica de ser un ramo de seis. Quizás algún día descifraría la incógnita
A menudo, Juan, visitaba fugazmente a su padre, pues no podía permanecer largo rato conversando trivialidades y al despedirse y decirle “chau viejo” sólo él sabía la vergüenza que sentía de si mismo.

Así llevaba ya varios meses reflexionando sin encontrar solución y sin atreverse a franquearse con su esposa, porque un temor infundado hacía que pasaran los días sin hablar con Leonor. Y precisamente fue Leonor, quien cierto domingo en que su suegro almorzó con ellos, dijo con gran naturalidad: -“Don Sebastián, tenemos que hablar de un tema muy importante. Usted no puede permanecer por más tiempo viviendo solo...” El buen anciano se puso en guardia, la interrumpió  y se adelantó a lo que él, intuía le iba a decir su nuera: “No se preocupe Leonor. Ya he previsto tal circunstancia. A partir del mes entrante me mudo a una Residencia.” Leonor no creía lo que estaba oyendo y puso el grito en el cielo: “¡Pero hombre de Dios! ¿Qué está usted diciendo? Justo yo iba a pedirle que se viniera a vivir con nosotros”. Juan asombrado miró enternecido a su mujer. ¿Cómo pudo llegar a ser tan estúpido?

Los hijos de Juan, por decisión de mamá Leonor pasaron a compartir la misma habitación, y para que el cambio no fuese tan notable, hizo traer para la habitación del abuelo su mecedora y dos enormes fotografías con marco ovalado dónde en una detenidos en el tiempo se reflejaba la imagen de unos recién casados y en la otra, sonreían dos hermosos niños. Tampoco se olvidó de la cómoda ni de poner sobre ella las acostumbradas tres rosas rojas. Al entrar en la que desde entonces sería su habitación, don Sebastián no pudo evitar un sollozo entrecortado y contagioso. – “Perdónenme hijos míos, son las rosas. Con ellas siempre agradecí al destino la compañera que me eligió”.

Revelada la incógnita, Juan hizo la misma promesa que su padre. A Leonor, tampoco le faltarían nunca TRES ROSAS ROJAS.   

3 comentarios:

Laura Beatriz Chiesa dijo...

Amiga Trinidad: muy bello, sentido, con toda la emoción familiar en cada palabra. Te quiere tu amiga,

Anónimo dijo...

TRINIDAD

HERMOSO Y MELANCOLICO RELATO ACERCA DE TU FAMILIA

LUIS SIBURU 22.03.11

Anónimo dijo...

Lindísimo relato Trini!!!!!
Me gustó mucho.

Un abrazo Jóse