Revista Literarte creada en Noviembre de 2001 para la difusión de todas las disciplinas del arte.Declarada de Interés Cultural por el Honorable Concejo Deliberante de Vicente López en Diciembre de 2002. DECLARADA DE INTERÉS CULTURAL POR LA SECRETARÍA DE CULTURA DE LA PRESIDENCIA DE LA NACIÓN ARGENTINA SEGÚN RESOLUCIÓN 1706/10, en Junio de 2010 Si querés publicar tu texto, música, pinturas, esculturas, danzas; enviá el material a: revistadigitalliterarte@gmail.com
domingo, 22 de junio de 2014
PRESENTACIÓN REVISTA LITERARTE SOPORTE PAPEL
El Martes 8 de Julio, a las 16hs, presentaremos y entregaremos el número 41 de Revista Literarte soporte papel
El encuentro tendrá lugar en el Salón de Arte del Honorable Concejo Deliberante de Vicente López
La dirección es: Av. Maipú 2502, Olivos
En breve les enviaré la gacetilla
¡¡¡Los esperamos!!!
Nélida Vschebor/Buenos Aires, Argentina/Junio de 2014
HOLA
Hola Luisa:
Voy
a relatarte una experiencia que tuve ayer.
¿Recuerdas las clases con Miss Mary?
Cuando comenzaba con un “once upon a time”…Bueno, esto no es “había una vez”
sino lo que me ocurrió realmente.
Caía
la noche mientras salí al jardín. Acariciando los pétalos de las rosas, los pequeños brotes de jazmín,
el electrizante violeta de la azalea, los pimpollos de azahar del limonero, me
encontré en el medio de todos ellos. Y les hablé. Vos ya conoces mi manía de
hablar con las plantas.
Les
conté que ya no las vería más. Que otra gente ocuparía mi lugar. Que otras
manos cuidarían de ellos.
Entonces,
el aire se impregnó de perfume. Dirás que al anochecer las flores exhalan
aroma. Sin embargo, te aseguro, que fue una respuesta.
Entrando
a casa, me volteé y abrí los brazos en un despido final. Fue en ese momento,
que me pareció ver los pétalos inclinarse, cerrarse.
Querida
Luisa, no podía esperar a verte para contártelo.
Cariños.
Delia
Javier Úbeda Ibáñez (poema)/Junio de 2014
Luz
Eres
como una candela en la oscuridad,
una fuente en medio del desierto.
La luciérnaga de mis sentidos y
el aliento que germina en mis entrañas.
una fuente en medio del desierto.
La luciérnaga de mis sentidos y
el aliento que germina en mis entrañas.
Tú,
amigo mío, me eres tan necesario
como las sales al mar.
como las sales al mar.
Incansable,
tendiéndome un camino,
una salida, una puerta, un bastón,
un sofá, un millón de promesas,
un silencio acogedor y un abrazo
que me resguarda del ruido
de la soledad y del vacío.
tendiéndome un camino,
una salida, una puerta, un bastón,
un sofá, un millón de promesas,
un silencio acogedor y un abrazo
que me resguarda del ruido
de la soledad y del vacío.
Tus
palabras son caricias transitivas,
consejos de viento; amistad marinera,
que vuela y vuela, pegadita a mi vera.
consejos de viento; amistad marinera,
que vuela y vuela, pegadita a mi vera.
Javier Úbeda Ibáñez (cuento)/Junio de 2014
El espejo
Juan aún seguía en la
oficina pese, a que el reloj marcaba las once de la noche. Había tenido un día
rocambolesco, y no sabía cómo ponerle fin; le asustaba la idea de que ni
siquiera la noche acabara con lo que había sido una jornada extenuante.
Repasó mentalmente
todas las decisiones que había tomado desde primera hora de la mañana. Despedir
a más de veinte empleados —a toda la plantilla de su empresa— había sido lo más
complicado y doloroso que había tenido que hacer hasta la fecha. Le taladraban aún
en la cabeza las escenas vividas. No podía soportar esas imágenes que se
repetían una y otra vez, sin descanso, atormentándole la mente: rostros mudos,
hombres derrotados delante de un abismo que les estaba ya devorando por
momentos.
Antes de darse por
vencido, lo había intentado sin éxito todo. Nada pudo hacer.
Durante meses parcheó
la situación; fue aguantando una a una las embestidas de la maldita crisis,
pero había llegado la hora de asumir la derrota. Su ilusión en un proyecto, su
negocio, en el que confiaba y por el que había apostado su propia vida, ya no
era suficiente. El adiós sellaba su círculo. Tantos años de sacrificios, y ya
no quedaba nada.
La crisis había sido el
tobogán que había acelerado la caída, pero él también había contribuido,
encadenando un error tras otro, a que el batacazo fuera aún mayor.
Fue tan difícil aceptar
“estar vencido”. Su empresa se iba a pique, mientras sus manos se consumían de
impotencia, le hubiera gustado hacer algo más, algo más, pero qué… aunque se
pasase todo el tiempo del mundo dándole vueltas siempre estaría en el mismo
sitio.
Dio la cara con cada
uno de sus empleados y les detalló los porqués del cierre. Le preocupaba mucho
su reacción. No podía defraudarles, ahora no; muchos de ellos llevaban con él
demasiados años, y nunca le habían fallado.
Se deshizo en explicaciones.
Deseaba transmitirles una imagen de serenidad, pero las palabras se le
aturullaban, compungidas.
Todo su empeño, el
esfuerzo acumulado durante décadas, agonizaba. Sabía que acabaría quedándose
solo, como un capitán de barco que ve naufragar su navío y se queda el último.
Estaba dispuesto y cada vez más preparado para hundirse con dignidad.
¿Dignidad? A esas
horas, y con el cansancio moral acumulado, dignidad le sonaba a desierto.
La alarma de su reloj
daba ahora las doce, como un verdugo a media voz susurrando la hora del
patíbulo.
Llevaba desde las siete
de la mañana en la oficina, y eran las doce de la noche. La inercia lo
paralizaba. Mañana, más de lo mismo; y el mañana estaba ya ahí. Necesitaba
dormir, serenar su mente, pero la angustia no estaba dispuesta a darle ninguna
tregua.
No sabía si iba a ser
capaz de lidiar consigo mismo, ni si tendría fuerzas para soportar ver cómo
bajaba, definitivamente, el telón.
Decidió quedarse a
pasar la noche en el despacho. Quería estar cuando llegara el personal de la
limpieza y aprovechar ese momento para despedirse también de ellos.
Las tres en el reloj, y
no conseguía dormir. Tendría que haber reaccionado antes, pero uno siempre
piensa que está a salvo de los infortunios que padecen los demás...
Amanecía, se levantó y
se miró en el espejo. Vio dos representaciones de él mismo y una única mirada,
descorazonadora, con la que empezar el día.
Luis Tulio Siburu-Buenos Aires, Argentina/Junio de 2014
EL TATUAJE
hay un silencio este día, otro silencio mañana,
pregunta muda no oída, respuesta apenas un gesto,
lagrimón reprimido,
sin ternura y sin perdón,
espacio no permitido, para que quepan los dos.
entonces cada uno, en el brazo izquierdo, se tatúa la letra
A
el tiempo no tiene sentido, una eternidad sin medida,
aguardan para seguir un camino, que alguno arroje una miga,
ambos esperan del otro en vano, caricia que afloje la
angustia,
pero está estática la mano como una rosa ya mustia.
entonces cada uno, en el brazo izquierdo, se tatúa la letra
D
aparecen los insomnios, desaparece la esperanza,
el otoño es demasiado frío, la primavera no se extraña,
hojas caen para secarse, flores ya huelen a nada,
en lo incierto de un romance, el reloj de arena atrasa.
entonces cada uno, en el brazo izquierdo, se tatúa la letra
I
juventud ya se ha ido, adultez los
alcanza,
poesía se ha dormido, junto al libro
con telaraña,
la rutina es un recuerdo, no llega
cartero con carta,
existe también otro perro, que no los
huele ni ladra.
entonces cada uno, en el brazo
izquierdo, se tatúa la letra O
las canas se dejan ver, pensando ya
con nostalgia,
como será la vejez, para los que ahora
se callan,
intuyendo cercana arruga, alguna marchita
mirada,
debajo de propia cobija, añoran la
misma almohada.
entonces cada uno, en el brazo
izquierdo, se tatúa la letra S
imaginan ellos el futuro, habrá
siempre tierra negra,
debajo de cualquier arbusto, esperando
nueva siembra,
verán a un jardinero maduro, hincarse dispuesto a
plantar,
una enamorada del muro que en otros
pueda trepar.
allí entonces el destino, se
arremangará la camisa
y en el brazo izquierdo, tendrá
tatuado ADIÓS.
Alicia Scordomaglia-Buenos Aires, Argentina/Junio de 2014
ALADO
Caballo de acero
No busca
rencores…
Con guantes de
seda
Recorre caminos
De cielos
abiertos
De mares sin
nombre
Caballo glorioso
¡Pareces alado!
Tus huellas escondes…
No importa el
destino…
Ni quienes…ni
dónde
Quizá una
epopeya
O la nada misma…
O sólo horizontes…