jueves, 23 de octubre de 2014

Alejandra Zarhi/Octubre de 2014


ACIERTO Y TEMBLORES

Verso mudo de luces
y resplandores.
Ausencia de pluma
que se queja en la oscura duda.
Esta tan lejos la eléctrica función
del espíritu aquel de antaño.

Ya ni vaga ni suspira
sólo acata desazón.


DEL LIBRO CANCIÓN PARA EL SILENCIO

Nélida Vschebor-Buenos Aires, Argentina/Octubre de 2014


LA JAULITA


                                                                 
Se vio rodeada de flores.  Gardenias, rosas, dalias, petunias, begonias, lilas, claveles, violetas.  Sentía el perfume que horadaba sus sienes, y gozaba rozándolas al pasar.
La noche, la luz de la luna, era el emblema de ese encanto. Así disfrutaba un día tras otro.
Pero sucede que sobre la pared que no daba a los pimpollos apareció una preciosa y pequeña jaulita. Tan pequeña que parecía de juguete.
Permaneció varias jornadas con su puertita abierta. Cuando ya había dejado de observarla, se produjo un ruido suave seguido de un aletear, para terminar en un silencio penetrante.
Entonces corrió a ver que pasaba. Y  vio a un hermoso pajarito amarillo dentro de ella, mientras la puertita quedó cerrada. Al observar la desesperación del ave pensó en cómo liberarlo.
Se subió a una silla cercana a la pared y trató infructuosamente de   abrirla. Con tanto movimiento la jaulita terminó cayendo. Desparramado en el suelo su habitante no daba señales de vida.

De pronto apareció Romina, quien escoba en mano trataba de alcanzarla- Mientras la golpeaba gritaba: Gata del demonio, mira lo que hiciste.
Hoy deambula por esas calles grises y oscuras, recordando el aroma de las flores y preguntándose De qué me sirvió el ser tan fiel?

Cristina Villanueva-Buenos Aires, Argentina/Octubre de 2014


Pequeño infinito


El café, los diarios, ciertas lloviznas, unas rosas rebeldes, libros en la cama, marchas, multitudes, la música de los amigos, palabras en red, un silencio
poblado, algunas callecitas de Palermo, la voz de Cortázar que cuenta, los compañeros del alma de La República Española, paisajes italianos que caen abruptos para entregarse al mar, el malecón de Cuba, esas manos que cubren, la belleza del deseo abriendo la piel, jugar a tocarse con lenguaje; el alivio después que la piedra del dolor se levanta, pestañas en seda acariciando la noche; jardines a tientas, una foto olvidada, zapatos viejos, los sueños por venir, la voz que me dice no te rindas, el infinito pequeño de la vida.

Oscar Vera-Buenos Aires, Argentina/Octubre de 2014




A Nicolás Roerich, el creador
Bandera de la Paz

Bandera de la Paz por siempre mía
te comparto desde hoy con todo el mundo
esto nace de mí, de lo profundo
de mi abismo interior,  con toda calma
mi sueño es sembrar paz, ser todos uno

En mi eterno remontar el cielo veo
tremolando las nubes blanco níveo
vi. solo amor y el aletear del estornino
solo encuentro la paz entre sus nidos
como el cóndor, el gorrión o el benteveo

El zorzal, la calandria o el chingolo
cuando azota tremenda la tormenta
ellos piden por la paz y el regodeo
solo ella ha de salvarnos del abismo
cuidemos este mundo que hoy tenemos

Por los hijos y nietos lo deseo
por el negro el blanco o el cobrizo
amarillos, pieles rojas, sin distingos
bajo la piel, sangre roja, un hechizo

Y cubiertos por la capa de los buenos
vivamos sin pensar en oropeles.
transitemos el sendero sin malicias
sin nubes, cosechando solo mieles.

Carmen Amaralis Vega Olivencia-Octubre de 2014


Te quiero ángel

Cómo pretendes que te comprenda.
Solo dices palabras necias.
Solo miras la forma de mi cuerpo
No el fondo.
Ese fondo en carne viva, espíritu vivo.
El alma está gritando y no escuchas,
sátiro enardecido.
No escuchas la lágrima que rueda por el cristal de la pureza.
Y quedan mis valles esperando el bullicio de la vida,
Y las venas con sangre hirviendo,
Mientras se me pueblan los ojos de tristeza,
Suplicando me entiendas.
Perdóname por quererte así.
Revoloteando entre tus ganas
y mis deseos de entenderte.
De entender lo que me pasa cuando estoy contigo.
Ese temblor de la luz que me nubla,
Ese frío sobre los pétalos en mis manos,
Y un triste suspiro de impotencia que se escapa
Cuando quiero asirte a mi cintura
Sin que la carne me reclame
Y brille la lujuria en tu mirada.
Te quiero puro,
Pero sé que ángel no eres.

Luis Tulio Siburu-Buenos Aires, Argentina/Octubre de 2014


Ardiendo      

se fue quemando de a poco

en el tamaño de su mentira
en la demora de su entrega
en la hipocresía de sus actos
en el fingir de sus sentimientos
en la cobardía de su silencio
en el escape de su pasado
en el escondite de su existencia
en el callar a solicitudes
en la indiferencia a visiones
diferentes de la propia


vaya a saber
quien arrojó el fósforo
quien arrimó  madera blanda
quien apantalló la pira

no es una fogata común
pero arde como el infierno

tuvo la oportunidad de evitarla
pero no pudo o no supo
o no quiso

ahora es tarde

esa soberbia sostenida
eso de querer ser lo que no se es
convirtió una imagen en ceniza
y en una tragedia su historia

Alicia Scordomaglia-Buenos Aires, Argentina/Octubre de 2014


NO PUDE

A oscuras
Mentí el nombre
Secreto de mis sueños
A oscuras te seduje
Callando mis lamentos
No pude rebelarme…
Pues supe que era cierto

Destruyo lo que toco
Hastiada de deseo
A oscuras
Ya no hay rostros
Dolor
Ni sufrimiento

Ana Romano-Buenos Aires, Argentina/Octubre de 2014


DESCARTABLE

Arrastra
marginado
el cuerpo
La búsqueda
devuelve
miseria
El viento
entumece
¿Prosigue?
desnudo
Las ruedas pesan
e insiste
El hambre
traspasa su sombra
Sueña
con una frazada.

Georges Reyes-México/Octubre de 2014


SOLTAR LA SOLEDAD EN LA CENIZA

“La inspiración tiene siempre dos caras: la de la vida y la de la muerte; la de la alegría y la de la tristeza; la del ser y la del no ser. Muerte y resurrección. Es unión, reunión con nosotros mismos y los demás. Es poesía”. Margarita Carrera, poeta y ensayista guatemalteca.

Soltar la soledad en la ceniza
cuando yace arrojada al borde de la pena,
es dejar caer en ti el alma a sorbo como un pájaro las alas.

Soltar la soledad en tu lugar florido suave como el agua que ha llorado
cuando la sangre de los árboles me pinta una herida simulada,
es dejar que lamas tú el espumarajo de meteoro del jadeo de iguanas.

Soltar la soledad en la ceniza en ramazones de temblores
cuando yo remedo un girasol en cada dedo de las manos,
es vaciar en tu mirada un poco de algo que moría en mí sin más estruendo.

Soltar la soledad en la ceniza...
y la ceniza sin bocado de desdoro quedó sola.

Ascensión Reyes (Comentario libro)-Chile/Octubre de 2014


LA MUÑECA REINA
De Carlos Fuentes. Mexicano.

Carlos Fuentes Macías, nació en Panamá el 11 de Noviembre de 1928 - Distrito Federal y falleció el 15 de Mayo del 2012.  Fue un escritor, intelectual y diplomático mexicano, uno de los autores más destacados de su país y de las letras hispanoamericanas. De sus obras más conocidas: La muerte de Artemio Cruz, Aura y Terra Nostra. Ensayos como La nueva novela hispanoamericana, Cervantes o la Crítica de la lectura, El espejo enterrado, Geografía de la novela y La gran novela latinoamericana, entre otros.
Recibió el Premio Rómulo Gallegos en 1977, el Cervantes en 1987, el Príncipe de Asturias en 1994, la Condecoración de Gran Oficial de la Orden de la Legión de Honor de Francia en 2003 y el 2009 la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica. Fue nombrado miembro honorario de la Academia Mexicana de la Lengua en agosto del 2001 y Doctor Honoris Causa por varias universidades entre ellas Harvard, Cambridge y Nacional de México.
El conjunto de su obra narrativa atraviesa por una reflexión constante sobre la historia de su país, sus orígenes, su cultura, el complejo mosaico que conforma la sociedad mexicana y los problemas que afectan al país. No obstante, Fuentes también incurrió en obras de tono fantástico (Aura, Una familia lejana, Instinto de Inez, Inquieta compañía, etc.) en las que el elemento social está más diluido o directamente ausente.La Muñeca Reina es uno de los cuentos conocidos de este escritor mexicano y a la vez del guión cinematográfico sobre este mismo cuento, entre su gran producción literaria. En sus obras Fuentes se ha convertido  en crítico de su tiempo, aplicando esta predisposición en todos sus temas. También se ha caracterizado por introducir en la literatura de su país, junto a otros escritores, Rulfo por ejemplo, un nuevo estilo en el cual se mezcla el mundo irreal con lo cotidiano. Su prosa permite que algunos de sus personajes resulten, algo así como fantasmas, tan creíbles que insensiblemente se transmutan en reales, de tal manera que el lector, sin advertirlo, entrará en este juego; descubrirá el mundo mágico de la narrativa. Para entender un poco más a los escritores mexicanos es conveniente saber que dentro de su cultura, talvez desde tiempos ancestrales, coexisten en franca armonía el mundo de sus muertos, con el mundo tangible y cotidiano.
            La “Muñeca Reina”, es un cuento cuyo protagonista coincide con el nombre del autor, Carlos. Pareciera que se trata de una reminiscencia de su vida. Sin embargo, durante el desarrollo de la trama, va cediendo protagonismo a otro personaje que termina convirtiéndose en el principal, Amilamia, una dulce y hermosa niña de siete años a quien conoce en la edad fantasiosa e imaginativa de sus catorce años.
            Una nota de la pequeña, encontrada en un libro olvidado, hace que el protagonista inicie la búsqueda de un pasado con el cual se siente comprometido de saber algo más de su amiguita que dejó de ver un día cualquiera, en su edad púber.
            Está narrado en primera persona, con un narrador protagonista quien nos toma de la mano y poco a poco nos lleva a descubrir el paradero de Amilamia.
            Ahora ¡Quién es Amilamia?, es al arte de Fuentes en hacer un personaje creíble,  aportando sólo algunas pistas que solamente se desentrañan al final del cuento.
            El tono empleado en la narración está en consonancia con el desarrollo de la historia, tiene el ritmo apropiado para que el lector canalice también su inquietud por descubrir ¿Quién es y cómo es Amilamia?  Y de paso saber su destino que sólo se consigue con un final que nos deja un tanto perplejos.
            Las escenas están narradas con lujo de detalles, no omitiendo los más nimios en el desarrollo de las acciones, lo cual permite conocer un poco más a los otros personajes que pasan a ser crueles fantasmas, ante el innegable protagonismo de Amilamia, vista por la imaginación del hablante.
            En cuanto a los diálogos, se advierte una pequeña diferenciación con los nuestros, que en cierta forma nos desconcierta como lectores. Esto se puede explicar por tratarse de culturas diferentes.
            Un buen cuento que merece varias lecturas para comprenderlo, tratado con la maestría propia de una buena pluma.

Ascensión Reyes (cuento)-Chile/Octubre de 2014


EL REGRESO

            A esa hora, el aeropuerto estaba colmado de pasajeros que iban y venían por los diferentes niveles del gran edificio. Voces por los altoparlantes en idiomas diversos, anunciaban el arribo o despegue de los aparatos, colmados de personas de diferentes nacionalidades y razas.
            Erika, se deslizaba por la manga junto a otros pasajeros. Su avión venía de Brasil y a diferencia de la mayoría, que lucían alegres y conversadores, ella se veía reconcentrada y bastante triste. Aún llevaba en su mano el detonante de su estado de ánimo.
            Felipe, estaba dentro del numeroso grupo de personas que aguardaban a los viajeros; era un tipo atractivo de mediana edad. Moderaba su espera fumando un cigarrillo que aún no se consumía. Un guardia se acercó y le mostró con un gesto el gran letrero que impedía este molesto hábito en aquel lugar. Se disculpó y lo colocó de inmediato en un basurero, luego de apagarlo cuidadosamente.
            De lejos la divisó y una abierta sonrisa achicó sus verdes ojos, mostrando su perfecta dentadura de hombre sano y fuerte.
            Se encontraron en el pasillo y el abrazo salió espontáneo.
            -Erika, mi vida, creí que no regresarías. Tu última carta me dejó muy preocupado. ¡Nunca pensé que me harías tanta falta!
            -¡Mi amor!- Sabes que yo también te amo y estoy feliz de haber regresado. Contigo me siento protegida. Por favor, ¡vamos luego! Llévame a mi departamento.
            -No, primero iremos al restaurante del aeropuerto, tengo algo que decirte y es urgente. Dijo la frase con rostro serio, pero con una ternura reflejada en sus gestos y en sus ojos.
            Una vez acomodados en el elegante café, frente a sus respectivos “cortados” humeantes, las galletitas de mantequilla y el vaso de agua. Felipe sacó de su saco una cajita, miró a Erika y le dijo.-Querida, por favor, te ruego me perdones por anticiparme tanto y hacer esto en un café de aeropuerto. Pero ya no puedo esperar ni un minuto más. ¿Te quieres casar conmigo?- Junto con decirlo, puso en el dedo de la mujer una cinta plateada, que se apreciaba a la distancia su alto valor. La mujer lo miró sin decir una palabra, sonrió a través de sus lágrimas, y asintió con un movimiento de cabeza.
            Luego de pasado el momento de emoción, hablaron de su proyecto matrimonial, afinando los detalles y fijando una fecha aproximada.
            Una hora más tarde, se retiraron y emprendieron el trayecto hacia el centro de la ciudad. Si bien era cierto, eran amantes desde hacía mucho tiempo, nunca habían convivido en el mismo piso. Por ello, Felipe, captando la gran emoción de Erika, la dejó acomodada en su departamento y, se retiró discretamente. Esa noche se reunirían en un restaurante para cenar y festejar sus futuros planes.
           
Amelia, la hermana de Erika, debía ir para dar cuenta de su gestión administrativa de los negocios que juntas manejaban. Había llamado por teléfono, pero nadie le respondió, por ello usando la llave que su hermana le había entregado para emergencias, abrió la puerta del departamento. En su interior todo era silencio. Erika estaba en su cama, aparentemente durmiendo. Sin embargo, al acercarse comprobó que algo le sucedía. Finalmente, se dio cuenta con espanto que ya no respiraba, tenía el frío aspecto de la muerte en su rostro ceroso.
            En el velador un frasco de pastillas para dormir desocupado y en su mano apretada, un sobre azul claro. Con cierta dificultad lo pudo sacar sin romperlo.
            “Erika, mi niña, no puedo decirte amor, nunca lo sentí por ti. Pero creo ser un excelente actor y te convencí. No me juzgues perverso, no, no lo soy. Fue la vida la que me hizo actuar de esta forma. Una mujer como tú, me mintió amor y me contagió una mortal enfermedad la cual ya me está matando día por día. Tú querías un cambio en tu pasar. Me dijiste tener un novio eterno que nunca se había decidido a formalizar, por ello, te di una temporada de pasión y te hice sentir aquello que nunca lograste con tu amante. Tienes lo que buscaste, salvo que ahora cuando empieces a sentir los primeros síntomas, yo estaré bajo tierra. Rolando.”

Rolando Revagliatti-Buenos Aires, Argentina/Octubre de 2014


Gerardo Lewin: sus respuestas y poemas

Entrevista en tramos-e realizada por Rolando Revagliatti




Gerardo Lewin nació el 20 de diciembre de 1955 en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (donde reside, en el barrio Caballito), la Argentina. Recibiendo el título de Actor Nacional egresó en 1980 de la Escuela Nacional de Arte Dramático. Establecido en Israel, cursa en 1984 estudios de Máster en Dirección Teatral en la Universidad de Tel Aviv. En Buenos Aires, a través de IUNA (Instituto Universitario Nacional del Arte) obtiene en 2004 su Licenciatura en Actuación. Entre 1977 y 1981 actuó, entre otros, en los espectáculos “Alicia a través del espejo” de Lewis Carroll, “La pirámide” de Oscar Feijóo, “El héroe de la Samobroone” de Jacobo Greber, en la Argentina, y entre 1983 y 1985 en “Víctor, o los niños al poder” de Roger Vitrac y “Los inmigrantes” de Slavomir Mroczek, en Israel. Incursionó como actor en televisión, filmes de corto y largometraje y publicidad. Durante 1986 realizó locución en producciones cinematográficas. Y en los países citados ha ejercido la docencia teatral en instituciones privadas y públicas. En el género dramaturgia concibió la farsa policial “Nieblas del Támesis”. Su poemario publicado es “Amores muertos” (El Jabalí Ediciones, Buenos Aires, 2003). Inéditos permanecen “Tránsito” y “Nombre impropio”. Poemas suyos fueron traducidos al portugués por Roxana Lewin y difundidos bilingües en www.antoniomiranda.com.br . En la Red es posible acceder a su poética a través de videos. Es el traductor, por ejemplo, del poemario “Vago” de Tal Nitzan (Ediciones Pen Press, Nueva York, Estados Unidos, 2012), “Una novela vienesa” de David Vogel (Editorial Minúscula, Barcelona, España, 2013), “Antología de cuentos” (selección del Instituto para la Traducción de Literatura Hebrea (ITHL): textos de Yossi Birstein, Yitzhak Orpaz, Etgar Keret, Reuven Miran, Alex Epstein, Dan Tsalka y Amós Oz), además de traducciones socializadas en revistas y periódicos de México. En 2007 fundó http://decantasionHYPERLINK "http://decantasion.blogspot.com.ar/".HYPERLINK "http://decantasion.blogspot.com.ar/"blogspot.com.ar : “Un blog de traducciones de poesía hebrea de acá y allá, de ahora y de otrora”. Entre los poetas allí difundidos se encuentran Oded Peled, Pinjas Sadé, Zelda, Aharón Almog, Erez Biton, Gali-Dana Singer, Elisha Porat, Jacob Frances, Itzjak Shalev, Eli Hirsh, Nathan Alterman. Mientras que algunos enlaces conducen a propuestas-e de poesía hebrea, otros lo hacen a las de poetas traductores de diversos idiomas. Además es posible acceder a letras de canciones, nuevos poetas, poesía andalusí, poesía hebrea moderna, renacentista, bíblica, clásica, de protesta, con sesgo humorístico, y hasta algo de prosa. Entre 2002 y 2007 fue uno de los coordinadores del ciclo de poesía “El Orate y La Musa”.



          1 – Tu formación teatral –no sólo actoral- se ha consolidado a través de prestigiosas instituciones públicas. ¿Cómo recordás aquellos primeros años de estudiante, siendo un veinteañero, y cómo esos otros, en el IUNA, cuando habías sobrepasado los cuarenta? ¿Has tenido, en este campo, algún maestro o maestra “inolvidable”? ¿Qué te resultaba más grato e ingrato en la juventud y qué en la madurez? ¿Cómo evaluás que incidían en tu ánimo y en tu rendimiento las circunstancias de tu acontecer en cada una de esas etapas? ¿Volverías a cursar por los andariveles “oficiales” o te inclinarías por la capacitación por fuera de la que provee el Estado?

          GL – La verdad es que llegué al teatro por casualidad y no por vocación. Lo hice porque creía que me ayudaría a superar mis problemas de timidez y expresividad. Para decirlo más claramente, especulé con que estudiar teatro haría de mi un galán más (o al menos mínimamente) eficiente. Tuve mucha suerte con mis maestros: tengo un magnífico recuerdo de Víctor Bruno, nuestro profesor de actuación hasta el segundo año, así como   de quien lo sucedió hasta quinto, Nina Cortese (si a alguien le cabe el adjetivo inolvidable es a ella: no sólo nos inició en el conocimiento de autores ignorados por nosotros, sino que me estimuló en la escritura y la frecuentación de la poesía). No puedo dejar de mencionar a un genio que tuvimos y que pasó desapercibido: Roque de Pedro, nuestro profesor de música. La experiencia teatral puede ser muy grata o aterradora, casi como cualquier religión. La ebriedad de adrenalina que proporciona el escenario, según cómo lo procesa cada quien, puede llevarte a la cima del arte o destruirte.

          Sobre lo que resulta o no agradable en las distintas etapas de la vida, afirmo que prefiero ser quien soy, a la fecha. Agradezco que –en este universo- el sentido del tiempo sea único. La diferencia entre mis edades de hombre puede expresarse en una sola frase de inspiración socrática: antes no sabía nada y ahora sé que nunca lo sabré. La diferencia es la ansiedad por saber o, si lo preferís, la angustia por no saber, que es distinta de la curiosidad. Saber, ¿qué? Todo: qué hay después de la muerte, si es posible que exista una sociedad más justa, cómo lograr el corazón de las mujeres, cómo escribir el mejor poema del mundo. Hoy sé que esas preguntas no tienen respuesta o tienen infinitas respuestas, lo mismo da.

          Respecto a la educación o la capacitación, como la llamás...,  al contrario de lo que me inculcaron mis padres, la educación es una posesión volátil. Más en estos días. Poco de lo que aprendí me sirve para algo. Sé que me capacité para múltiples tareas, pero a fin de cuentas sólo realizo algunas pocas. La rutina, la monotonía y el mecanicismo son también maestros: cuando efectuamos un acto y no sabemos ya cuántas veces lo hicimos anteriormente, es probable que podamos considerarnos expertos. Aunque sea en el arte de subir las escaleras de la casa en la oscuridad. No es necesario acudir a ninguna escuela ni suscribirse a algún taller para lograr eso.




          2 – ¿“Cómo eras” –nos preguntamos los que te conocimos recién cuando exponías tu poética en cafés literarios (tengo para mí que nos vimos por primera vez en ocasión de tu lectura en “micrófono abierto” a fines de 2001, en el Ciclo de Poesía “Julio Huasi”)- entre 1977 y 1985, tu período de actor en los teatros Payró, del Centro (en Buenos Aires) y en los de la ciudad de Tel Aviv? ¿“Cómo eras” cuando interviniste en el largometraje “El infierno tan temido” de Raúl de la Torre, y cuando premiaron tu labor –IX Concurso Internacional de Cine Amateur de la República Argentina- en el cortometraje “La pared” de Eduardo Feller? ¿Por qué no persististe en la carrera teatral? ¿No llegaste a dirigir?

          GL – Era un pibe muy a la deriva, con muchas ilusiones y un poco de ego. Lo que rescato de esos años es el aprendizaje del disfrute, en lo que a la poesía se refiere. El disfrute de lo milagroso, lo maravilloso del arte. En esos años, participar en los reductos  que le daban a los poetas la posibilidad de leer era emocionante. Yo guardo un recuerdo muy agradecido, por ejemplo, a las chicas organizadoras del Ciclo de Poesía "Zapatos Rojos". Para mí, leer un poema ante un auditorio era tocar el cielo con las manos. No exagero: para mí fue una revelación.

          Mi labor como actor fue corta y concluyente: soy tímido, cerrado y en el teatro tiendo a mirar sólo el texto y su calidad literaria. El actor nato pone en juego su cuerpo, cierto grado de exhibicionismo del que creo carecer o al que supongo no me atrevo a alcanzar. El premio que mencionás bien pudo haberse declarado desierto. Sin embargo, cada tanto me echo un poco de sal en la herida y fantaseo con dirigir teatro. Otro modo de acercarme a lo teatral fue a través de la traducción: he intentado interesar a directores en montar piezas teatrales de dramaturgos israelíes. Hasta ahora, no logré convencer a ninguno.




          3 – Has sido docente de teatro durante la década del ’80 en instituciones, organizaciones, centros educativos. ¿Te complacía ese rol? Sé que en 2007 retornaste a él cuando estuviste a cargo de un Taller de Declamación destinado a poetas y actores, auspiciado por el Centro de Estudiantes de la Facultad de Farmacia, de la Universidad de Buenos Aires. Sé también que en el horizonte de la iniciativa cabía responder este par de inquietudes: “¿Cómo decir un poema? ¿Qué mecanismos se ponen en juego?”. Mirá qué oportunidad te ofrezco, Gerardo, para que nos suministres una síntesis de lo que ha sido esa propuesta.

          GL – La docencia fue algo muy divertido que me permitió subsistir durante bastante tiempo sin necesidad de trabajar demasiado. No era, sin embargo, un rol que me complaciera; y decidí abandonarlo. Me faltó paciencia y método para ser un buen docente. Distinta fue la experiencia del taller de declamación, porque respondió a una inquietud mía, en un momento en que podía plantearme una experiencia "docente" sin necesidad económica de por medio. De hecho, lo planteé como un taller gratuito, porque consideraba que no estaba enseñando, sino liderando un aprendizaje en el que yo mismo estaba incluido. El taller recorría aspectos como la dicción,  la proyección de la voz, el ritmo, la versificación. Cómo articular ese andamiaje con la emoción. Estaba planteado desde una óptica un tanto privilegiada, porque yo había vivido en ambos mundos: el de la poesía y el del teatro. Por eso el taller se dirigía tanto a actores como a poetas. Trataba de tomar una doble distancia. Por un lado, de los poetas, ya que muchos leen horrible -probablemente, algunos, adrede-. Hay quienes suelen establecer que lo importante son las palabras y que en la lectura debe licuarse toda sombra de pathos. Por el contrario, para el actor (en especial los actores del método) lo importante es su expresividad, sus emociones, su voz. Cosa que hace que, muchas veces, un actor no entienda siquiera de qué trata el poema. Hubo en nuestro país una tradición de declamadores, actores que tenían una sensibilidad y una inteligencia especial para encarar un poema como una pequeña escena. Me remito, claro, a Berta Singerman, pero también a Inda Ledesma, Alfredo Alcón (quien ofrecía recitales de poesía) y otros menos sospechables de operar en el rubro declamatorio: Héctor Alterio o Luis Brandoni. Humildemente, el taller se planteaba retomar ese hilo.




          4 - ¿Tu única incursión en la dramaturgia ha sido con “Nieblas del Támesis”? Que se trate de una farsa policial, suscita mi curiosidad (me parece que me hablaste de ella). Supongo que no se ha estrenado y que permanece inédita. ¿Es así? Promocionémosla: contanos algo de su trama, cuántos actores requiere, y si demanda una escenografía sencilla. ¿Hay alguna otra pieza por allí, acaso abandonada?

          GL – No hay ninguna otra, por ahora. Se me ocurren argumentos de posibles piezas  -de hecho, durante años quise escribir una de ficción fantástica alrededor de la figura de Leopoldo Lugones-. “Nieblas…” es una obra de juventud que, con la excusa de la farsa y la parodia a las viejas películas policiales negras, habla de la historia de la violencia en la Argentina. Es un poco extraña en cuanto a las escenografías: un bar, un laboratorio decimonónico, un estudio de radio, un museo, un tren en marcha... Escenarios que apelan a los clichés de las viejas películas de misterio. Es para un elenco de entre seis y ocho actores: hay un detective privado, una cantante, un científico loco, un músico jorobado... Se la he ofrecido a varios directores. Todos la alaban, quiero creer que con sinceridad. Nadie la monta.





          5 – Hablemos de lo que menos se sabe de tu quehacer literario: ignoro si te propusiste la redacción de alguna novela, pero “me suena” que sí tenés cuentos o relatos. ¿Y artículos, ensayos? ¿Cuál es esa producción más secreta? ¿De qué trata?

          GL – Sí, tengo cuentos a los que quiero mucho. He estado pergeñando una serie de crónicas titulada "Atención obsesivos de Caballito y alrededores". Me cuesta, confieso, salir de la situación poética y pasar a una instancia puramente narrativa. Escribí cuentos en los que yo mismo era el protagonista: la muerte de mi padre, encuentros con amigos, un tío esquizofrénico... Mi producción más secreta son los poemas que vengo escribiendo desde hace años y que olvido. De pronto abro un cajón, reviso una carpeta y leo: pucha, cómo pude no ver aquí el poema escondido. Los que creo mejores surgen de ese encuentro con ideas relegadas, perdidas. Es como si revisitara la obra de algún otro, el regalo inesperado de un desconocido.





          6 – Entre otras labores de traducción, una me llama la atención: la que realizaste para la televisión israelí. Me agradaría que nos la trasmitas. Y si viene con anécdota o pormenor, agradeceremos.

          GL – Fue una de esas cosas fortuitas que surgen. Ocurrió que gente de la colectividad quiso armar aquí una repetidora de programas israelíes. Por una cadena de amigos me reclutaron como traductor. Como tengo cierta facilidad para la comedia, me encargaron el subtitulado de un programa de entrevistas de un cantante, un tal Guidi Gov, personaje muy en el estilo Woody Allen (su esposa, Anat Gov, dramaturga fallecida a fines de 2012, es la autora de “Oh, Dios mío”, representada en Buenos Aires). A pesar de lo modesto del puesto, fue para mí una instancia seminal, porque me obligó a traducir canciones, que en realidad eran poemas musicalizados. Ése fue el germen de mi blog.






          7 - ¿Por qué permanecen inéditos un par de poemarios? ¿Qué sesgo tiene “Tránsito” (qué transita)?¿Recordás cuando en el ciclo “Poesía Viva” nos invitaron hace varios años, a vos, a Marcos Silber y a mí, para compartir nuestros poemas concebidos a partir del cine, el mundo del cine, el de las “series”? En realidad, creo que fuiste de los tres el único que leyó poemas cuyos protagonistas eran personajes de series. Si me lo confirmás, te pido que los nombres (y que mentes lo que cada uno de ellos te provoque).

          GL – El poemario “Tránsito” permanece inédito porque mutó y se mutiló. Ahí anda, recuperándose. “Tránsito” alude al tránsito de vehículos en una calle porteña y en simultánea a la idea mística de “tránsito”, en el sentido de pasaje directo de un plano de existencia a otro, más espiritual. Así, se habla del tránsito de la Virgen, de Mahoma o del profeta Elías: seres que sin sufrir la muerte física pasaron al más allá. Permanece inédito porque todo ese material que mencionás, que se refería a íconos culturales (series televisivas, personajes de historietas, etc.) cobró volumen y peso específico y emigró al otro libro inédito:“Nombre impropio”. “Tránsito” queda, entonces, como un poemario íntimo, mayormente poemas que hablan sobre el amor y otras desdichas. Permanece inédito, además, porque el poeta Javier Cófreces – el de Ediciones en Danza – tuvo la inconsulta idea de publicar un poemario con ese mismo título, “Tránsito”. Un libro muy feliz, por cierto. Consideré que ya era demasiado el exponer al exiguo público de lectores de poesía a un mismo título en el transcurso de un siglo, lo cual podía dar lugar a confusiones o malas interpretaciones. No quisiera yo recibir, sin merecerlo, los halagos por el libro de Cófreces ni menos aun –por supuesto- que él reciba los denuestos que me sean destinados. Entonces “Nombre impropio” se quedó con todos esos textos cuyos referentes son personajes de series, de historietas, de películas... Creo que constituyen, en definitiva, un rebusque actoral, a la manera de monólogos. La lista fue creciendo: un hombre lobo, un zombi, Richard Kimble (el fugitivo) y su triángulo enemigo: el hombre manco y el inspector Gerard. Están la novia de Frankenstein, Isidoro Cañones, Shemp Howard (el menos transitado de los tres chiflados), Micky Mouse, Los Invasores, El Túnel del Tiempo... En todos los casos hay un cariño por lo fantástico, por un mundo imposible en el que quisiera residir, una variante del tránsito hacia una dimensión, si no desconocida, al menos poco frecuentada.





          8 – Tu “Amores muertos” lleva en su contratapa un impecable texto presentatorio o epilogal del poeta Alejandro Méndez Casariego. Y fue editado bajo el sello que dio nombre a una trascendente revista de poesía: “El Jabalí”. La editorial estaba a cargo de otro poeta: Daniel Chirom (co-director de la revista), ya fallecido, y como vos, Gerardo, nacido en Buenos Aires en 1955. Me parece que ambos eran muy amigos. Y me imagino que se conocerían desde jóvenes. La muerte de Chirom, hasta a quienes como yo, no hemos tenido con él más trato que el de haber compartido espacios de lectura pública, nos conmovió. Éste sería otro espacio, también público, para que lo evocaras.

          GL – Con respecto al texto de Alejandro, presumo que lo tiñe un sentido de amistad que valoro, y obnubila su juicio. En cuanto al querido Daniel Chirom, es cierto que llegamos a ser amigos, aunque no nos conocimos sino después de su presentación en “El Orate y La Musa”. Hubo una afinidad concerniente a nuestra cercanía a lo judío. La gente pensaba que éramos hermanos o primos, puesto que existía entre nosotros parecido físico. Quizá lo fuéramos, como reza cierto humor paisano: siglos de endogamia no pasan sin dejar huella. Su decisión de editarme fue producto de su confianza en mí como persona, más que de su apreciación literaria. Le agradecí y aún le agradezco profundamente ese gesto. ¿Qué más decir? Era un tipo extraordinario, su muerte ensombreció un poco más el mundo: hasta el final supo reír, apreciar una charla o el cuerpo de una mujer bonita.





          9 – No somos pocos los que valoramos el laburo de darnos a conocer tus versiones al castellano de poesía hebrea. Y valoramos el cuidado, la dedicación que trasuntás en “la puesta” de los autores y textos en el blog. ¿A qué se debe que hayas preferido omitir una síntesis de tu trayectoria y una dirección de correo-e a la que dirigirse? (Esto, por cierto, me lo pregunto cada vez que no hallo dicha mínima información en unos cuantos de los blogs que intermitentemente visito.) Y sigo: ¿a qué traductores al castellano de poesía hebrea tenés como referentes o pares a los que estimes? ¿Qué tipo de dificultades predominan en la traslación del hebreo al castellano, tanto de poesía como de prosa?

          GL – Ante todo, debo estos errores o faltas que señalás a una conjunción desfavorable de Google con otras plataformas de Internet... Este novísimo Tlön que surge ante nuestra perplejidad, está más allá de mis aspiraciones exploratorias. En cuanto a los colegas que me enseñaron y me aportaron: son nombres desconocidos para la mayoría de los lectores, pero es una buena ocasión para mencionarlos: Eliezer Nowodworski, Raquel García Lozano (que ha traducido toda la obra de Jehuda Amijai al español) y Ana Bejarano, quien me impulsó a seguir adelante en esta vidriosa profesión. La traducción del hebreo al castellano es casi una ciencia en sí misma, y a sus abanderados se los denomina hebraístas. Los hay desde la época del rey Alfonso El Sabio y su Escuela de Traductores de Toledo, que aún subsiste como un punto de encuentro entre las tres culturas ibéricas: la latina, la arábiga y la hebrea. Sin ser un experto, creo que el principal problema que tiene la traducción del hebreo al español es un derivado del principal problema que tiene el hebreo mismo, y es la confrontación entre un idioma litúrgico y sacralizado y una lengua de uso cotidiano y práctico. ¿Cómo se pasa de lo sagrado a lo profano? Es frecuente hallar en escritores hebreos referencias y citas bíblicas. ¿Cómo traducirlas? ¿Usando Reina Valera o la Biblia de Jerusalén?






          10 – Has residido durante unos años en Israel, lo que, obviamente, te habrá permitido dotarte, por impregnación vivencial, del habla de sus habitantes. Estaría bueno que nos cuentes cuál era tu apuesta por entonces, los motivos que te impulsaron y cómo rememorás ese tramo de tu vida. Y también, qué decidió tu retorno. De paso, que nos refieras si has conocido otros países y si, aunque más no sea durante meses, has residido en alguno.

          GL – Mi apuesta por entonces fue lograr una beca para un máster en dirección teatral en la Universidad de Tel Aviv. Si bien no obtuve ese título, pude estudiar como alumno supernumerario en la carrera del Máster. La Universidad genera sus propias puestas, tiene un elenco de directores residentes y se vive el espíritu candente de la producción teatral real, no en un laboratorio sobre una torre de marfil. Mi retorno tuvo que ver con cierto hartazgo del conflicto y de lo bélico. No estuve en otros países, excepto aquellos que visité con mi imaginación. Que tampoco han sido muchos.





          11 – “El Orate y La Musa” fue una propuesta innovadora. Ciclo en donde, en la primera parte, participaba un poeta invitado, se lo entrevistaba largamente y él leía sus textos. Los coordinadores, habiéndose imbuido de la voz poética del invitado y mantenido una reunión previa al encuentro e intercambiado opiniones, presentaba días después al invitado. Y en la segunda parte, “micrófono abierto” para los poetas asistentes.  Sigo lamentando que no haya quedado documentada aquella iniciativa. Te insto a que reparemos. En algún lugar tendrás el detalle de quiénes participaron:  Roberto Daniel Malatesta, Irene Gruss, Javier Adúriz, Griselda García, Luis Raúl Calvo, Leonor Silvestri, Laura Yasan, Jorge Fondebrider, Paulina Vínderman, Alberto Muñoz, Santiago Sylvester, Susana Szwarc, Fabián Casas, Inés Manzano, Jorge Santiago Perednik… ¿A quiénes no cité? ¿Cuántos encuentros se realizaron y en qué lapso? ¿Quiénes fundaron el Ciclo y qué otros poetas integraron la nómina de coordinadores en diferentes etapas? ¿Qué te ha dejado aquel trajín, Gerardo?

          GL – Estoy de acuerdo en que fue una propuesta innovadora, casi a pesar nuestro. La nota la dio el espíritu de aprendizaje: nuestra intención (la mía, al menos) era aprender, preguntar, conocer. Abordábamos a los poetas desde la humildad total y el acercamiento era de respeto, de indagación y, si me apurás un poco, también de homenaje. Lo único que quedó de esos encuentros fueron las fotos y la amistad. A la lista que mencionás agrego a Leopoldo (Teuco) Castilla, Graciela Zannini, Amadeo Gravino, Tamara Kamenszain, Héctor Miguel Ángeli, Alejandrina Devescovi, Rodolfo Edwards, María Rosa Maldonado, Leonardo Martínez, Daniel R. Mourelle, Claudia Masin, Héctor Urruspuru (nuestro primer invitado), Esteban Charpentier, Miguel Gaya, Pedro Mairal, Esteban Moore, Gerardo Gambolini, Silvia Noemí Pastrana, José Luis Mangieri, Guillermo Saavedra, María del Carmen Colombo, Rodolfo Godino, Flavio Crescenzi, María Malusardi, Daniel Chirom,  Rolando Revagliatti... Seguramente olvido, también yo, algunos nombres. Los otros dos fundadores del Ciclo, en 2002, fueron Alejandro Méndez Casariego y José Emilio Tallarico. Seguimos hasta 2005. Tuvo una breve resurrección en 2007. Intervinieron en la organización y coordinación, por lapsos, Myriam Rosenberg, Graciela Tustanosky, Fabián Cerezo, Rubén Andrés Arribas y Pablo Javier Resa. ¿Qué me ha dejado aquel trajín?: hermosos recuerdos, grandes poemas compuestos por desconocidos y olvidados, el mejor y el más pleno sentido de la palabra.



*




Gerardo Lewin selecciona para esta entrevista, en 2014, seis poemas de su autoría:



Piedad para la planta artificial


Malgasto sentimiento
en algo que vegeta en un rincón.

Naturaleza muerta.
Olvidada bajo polvos.

¿Es este poco más que muerto amor
lo que produje, mi triste floración?

Engañosa. Insensible.
Los  adjetivos no la matan,
no la reviven.

Verdor inerte que no perecerá.


                                                                                                                                    (Inédito de “Tránsito”)


*



Patio


El limonero de casa es infeliz.
¿Hay otro modo de decirlo?

Vive, pero no ha dado frutos
y en su tristeza amarillenta
me insinúa: deja ya de regarme...

¡Ah! ¡Si sólo pudiera irme, lejos!

Ahora, en esta fresca noche de primavera vieja,
yo escribo y él deja caer una hoja seca.


                                                                                                                              (Inédito de “Tránsito”)



*



Fin de semana en Solaris


No habrá más mundos que éste
que para ti convoco;
materia otra que la que aquí conjuro.

Atravieso espejismos,
me hundo en alucinaciones
que con tu rostro se disfrazan.
Incorpóreos engaños que simulan tu aroma.

Y contra mí conspiran odiosas estadísticas,
antagónicas leyes prohíben nuestro encuentro.

¿Cuántas vidas debería vivir
hasta que esta pompa de jabón
asuma nuestras formas?

Nada guardo de ti sino tu ausencia.


                                                                                                                                 (Inédito de “Nombre impropio”)

*


Mickey is back


En el retorno del aprendiz de brujo
suena fantástica la sinfonía
de la indemnización o del poder,
de la palabra ausente en el conjuro.

Nada lo detendrá: la desafiante engañifa reina
y un atareado ejército de escobas
hace agua.

Los viejos magos nos ahogamos
en este mismo río.
La marea se lleva los círculos de tiza
desde los que invocábamos
a los grandes demonios de la tierra y sus amantes,
la danzarina gota que endulzaba las uvas,
la arena seca, el fuego.

Ya nadie espera nada de nosotros,
displicentes abismos nos lavan el color de los ojos
y un burbujeo muerto son todas nuestras frases.
Triste verdín nos corona y corroe.

En la cresta de venideras olas,
en lo alto de su trono usurpado,
él
tararea,
feliz.


                                                                                                                                     (Inédito de “Nombre impropio”)


*



Fin de contrato


Sé que mi vida se repliega ahora
a una trinchera móvil
cavada en húmedas cajas de cartón,
a estallidos súbitos y ansiosos
de cintas de embalar voraces.

Aquí fue donde bailamos
el rockanroll de las patatas fritas.
En esta cama casi muero.
Llorabas desconsolada en esa silla
y yo sólo atinaba
a besarte las manos.

En el final el eco rebotando
de pared a pared
y obstinados imanes
aferrándose a la heladera muerta.

Sumisos, obedientes,
nuestros fantasmas
cancelarán las deudas,
nos buscarán sonriendo en los espejos,
regresarán correspondencia
a desesperanzados remitentes.

El polvo de los años
se asentará cantando
sobre estos pasos últimos,
este murmullo incontinente...

Silencioso llanto de babosas
en el patio:
las despedidas las abruman,
pobres bichos.


                                                                                                       (De “Amores muertos”)


*



Código postal


Uno no es un papel,
unas palabras,
cartas.

Uno no es un recuerdo,
tinta celeste,
fechas.

Uno no es un fantasma,
algo que se desliza
bajo puertas.

Que no me envíen a destinos imposibles,
nunca diré “querida amiga”,
“estas rápidas líneas”
o “ha empezado a llover”.

Uno no es un remitente falso,
escritura olvidada,
gotas de perfume.

Carne transfigurada y mártir
de matasellos asesinos,
víctima fácil de un abrecartas violador.

Uno no es algo que deba ser leído,
literatura itinerante,
yendo y viniendo hasta la muerte
entre nuestras mutuas soledades.


                                                                                                                                         (De “Amores muertos”)


***




En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Gerardo Lewin y R. R., en 2014.