domingo, 21 de mayo de 2017

Victoria Rodríguez-Argentina/Mayo de 2017



VÍA
Que no te pese la angustia,
que no te pese el dolor,
que no sofoque el ardor
de las lágrimas mustias.
Que no te pese el camino,
que no te cansen las piedras,
que parecieran eternas
y agotan fuertes suspiros.
Que no te pesen tus pasos
si has caminando rengo.
Puede que el desierto
muera en un par de brazos.
Que no te pese el amor,
si son juntos o aparte.
No apagues el esplendor
de lo que quiere salvarte.
Que no te pesen las heridas,
pues si el amor convulsiona:
Nunca perder la memoria
de que si hay dolor, hay vida.

José Alexander González Quizhpe-Ecuador/Mayo de 2017



AVENTURA IMAGINARIA EN RAHASY

Inay era un chico hindú de 7 años, pero no muy diferente a cualquiera que tuviera problemas típicos de un infante: padres que lo reprendían e ilusiones amorosas, pero cuando un lago misterioso brotó tras la puerta del cuarto del conserje de su escuela, sintió temor, quiso contárselo a alguien más, pero sabría que sus padres y los dioses lo tomarían mal. Un día, podríamos decir que Inay bebió accidentalmente del agua misteriosa y cayó no solo en un estado de sueño sino en un lugar llamado Rahasy, aquí se podían ver cosas que civilizadamente no se verían en un mundo normal, como hombres con orejas de elefante tratando de suplantar a los vendedores de ventiladores, vacas siendo objeto, no de burla sino de admiración, ya que estas eran las más famosas cantantes de rock and roll de la India, se hacían llamar las Rahasy Star. Inay vio desbordar su loca imaginación y decidió formar parte de tan famoso conjunto musical: Tantos años de fama y discos que se producían a borbollones y se vendían mejor que chocolate caliente en invierno. Pero lo que el ingenuo chiquillo no se había dado cuenta es que mientras el gozaba de su fama, el tiempo transcurría y ahora era un viejecito con voz de canario agripado, triste y lloroso. Por ya sentirse un octogenario inútil le pidió algo a Ishani, la hechicera que cumplía deseos y tenía una loca obsesión de telegrafiar al astro rey, el sol...
pero dejémonos de tantos detalles y vamos al aparte siguiente, Inay le pidió a Ishani que lo rejuveneciera, pero no por un lapso de tiempo, sino, eternamente. Lo malo es que debía viajar a Júpiter, conseguir el helado de la eterna juventud y una que otra galleta de avena. Ishani era tan golosa... por eso, le pidió a Inay que le trajera dichas galletas. Inay, puesto en marcha, subió a un cohete, previamente alquilado a un grillo científico de la Nasa y que en su juventud había sido un famoso actor de Bollywood.
Llegado a Júpiter, Inay tomó el helado, pero no las galletas, así que la hechizera lo transformó en un oso flautista que tocaba obras musicales de bach, sentado sobre una gran empanada de queso, pero Inay, o mejor dicho, el oso flautista tomó venganza, rayó con crayones la cara de Ishani y así se inició. Y si conocen a Inay e Ishani, los seres más locos de toda Rahasy.

Cristhian Chiscul Uriarte-Perú/Mayo de 2017



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ESCRIBIR
Uno no es poeta por solo escribir
sino por jugar con el órden de las frases.