De tus blancas manos sentí el calor
Se eriza la piel,
la sangre se alborota
y expresa su júbilo en los grumos
de la carne de gallina.
Entonces
abren los poros
sus pétalos humanos,
cediendo paso privilegiado
a la tímida luz lunar
que peregrinó desde el cielo,
atravesando mi ventana,
para depositarse en mis huesos.
El cuerpo todo entero
un torbellino es,
una espiral que
por dentro se mueve,
una revolución intima ,
desmoronando la rigidez
del esqueleto.
Las solas yemas de tus dedos
perciben la conmoción
y una sonrisa decora tu rostro,
asintiendo satisfecha.
Bajo las caricias de tus blancas manos
mi cuerpo iluminado
se diluyó en el cielo.
Tu embrujo culminó el rito
desheredándome de mis imperfecciones,
deshabitando mi humanidad.
muy buena tu poesia
ResponderEliminarun beso
Alicia
Aguante el Gitomín, grande el Gitomín... que siga tu poesía, compadre...
ResponderEliminarAbrazote.
juanca.