domingo, 20 de septiembre de 2009

Sergio Minore-Buenos Aires, Argentina/Septiembre de 2009



De tus blancas manos sentí el calor


Se eriza la piel,

la sangre se alborota

y expresa su júbilo en los grumos

de la carne de gallina.

Entonces

abren los poros

sus pétalos humanos,

cediendo paso privilegiado

a la tímida luz lunar

que peregrinó desde el cielo,

atravesando mi ventana,

para depositarse en mis huesos.

El cuerpo todo entero

un torbellino es,

una espiral que

por dentro se mueve,

una revolución intima ,

desmoronando la rigidez

del esqueleto.

Las solas yemas de tus dedos

perciben la conmoción

y una sonrisa decora tu rostro,

asintiendo satisfecha.

Bajo las caricias de tus blancas manos

mi cuerpo iluminado

se diluyó en el cielo.

Tu embrujo culminó el rito

desheredándome de mis imperfecciones,

deshabitando mi humanidad.




2 comentarios:

  1. Aguante el Gitomín, grande el Gitomín... que siga tu poesía, compadre...

    Abrazote.

    juanca.

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