JUSTICIA
La casa estaba en muy mal estado, golpeamos la puerta y a los pocos segundos salió Pedro Contreras. Colorado hasta las cejas, ojos azules muy pequeños, sin camisa, arreglándose el pantalón como si recién se lo pusiera.
Nos atendió de mala gana, desafiante y agresivo, estaba descalzo, y aferrado a su pierna, un niño de no más de tres años que lloraba a los gritos.
Trabajamos como equipo, Cecilia estudia en la universidad, Carlos chofer y ex boxeador, yo egrese a los 23 años de la escuela, y ahora tengo 50 pirulos.
Cuando el médico forense revisó a la niña diagnosticó lesiones en todo el cuerpo, también abuso reiterado.
La directora de la escuela Nº 321 del Barrio San Martín, hizo la denuncia.
Los vecinos se juntaron en la esquina, esperando el tiroteo.
Nos dijo que iba a vestirse y volvía. La experiencia me indicaba que no opondría resistencia.A los cinco minutos se escucho un disparo, entramos a la casa y tirado en la cama, cubierto de sangre, Pedro agonizaba. Alrededor estaban todos como velándolo.
Su hija menor sostenía la 45.
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Víctor Hugo: relato corto, bien llevado, con un muy buen final. Un abrazo, Laura Beatriz Chiesa.
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