La Tierra fuente De Poder
Los humanos fuimos perdiendo a la tierra y a toda esa vida que la frecuenta, como fuente de poder.
Y no estoy hablando de los recursos que nos alimentan, nos nutren y que permiten la vida, recursos que lentamente y sin conciencia dilapidamos.
Pertenecemos a la Tierra, somos la Tierra, no somos ni más ni menos, que los otros reinos y elementos que la componen. No somos entes aislados, la fuerza que nos sostiene, sostiene a todos sus hijos por igual.
El ser humano tiene capacidades, que los otros reinos no tienen, pero esos otros reinos, mineral, vegetal y animal tienen capacidades que nosotros carecemos. Podemos acaso volar como un ave, tenemos el olfato de un perro o un felino o como la araña tejer de su propia sustancia y toda la vida es así, cada cual con su don.
Lo mineral, lo vegetal, lo animal, fue puesto a nuestra disposición para ayudarnos a construir nuestro poder, para adquirir el conocimiento de aquello que no sabemos para vivir armónicamente en este planeta, para que la Tierra sea ese paraíso que perdimos al volvernos independientes, algo necesario para tomar conciencia de quién somos, pero no para olvidarnos de donde somos y para que estamos aquí.
No en vano nuestros antepasados se agrupaban en torno de un animal, del que recibían enseñanzas e inspiración Los elementos, el modo de girar de la brisa, la forma de una nube, el graznido o gorjeo de un pájaro, todo estaba para ellos cargados de significación y belleza.
La poesía era algo intrínsico en sus vidas. El mundo objetivo y subjetivo vividos sin alternancias, que es como decir Dios en cada gesto, que es decir enteros, unidos y poderosos y eficaces, tomando el conocimiento del lugar acertado, construyendo sin destruir.
Don Juan Matus le dice su discípulo: pasa por la vida con mucho cuidado, tocando solo lo que es indispensable.
Toda la maravilla que nos circunda fue puesta a nuestra disposición, pero todo lo que tiene vida sufre, así que tenemos acordarnos de ver a lo otro y tratar de dañar lo menos posible, para esto tenemos que ejercitarnos, en algo que cada vez nos parece mas difícil, aunque mucho hablamos de ello, que es el amor. Con amor a todo aquello que nos es próximo, que es nuestro planeta con la vida que contiene, nos conectamos con la semejanza. Al amar toda la vida se abre como un capullo y nos entrega su fuerza maravillosa, sino somos autómatas, sombras miserables caminando hacia el destierro.
Y no estoy hablando de los recursos que nos alimentan, nos nutren y que permiten la vida, recursos que lentamente y sin conciencia dilapidamos.
Pertenecemos a la Tierra, somos la Tierra, no somos ni más ni menos, que los otros reinos y elementos que la componen. No somos entes aislados, la fuerza que nos sostiene, sostiene a todos sus hijos por igual.
El ser humano tiene capacidades, que los otros reinos no tienen, pero esos otros reinos, mineral, vegetal y animal tienen capacidades que nosotros carecemos. Podemos acaso volar como un ave, tenemos el olfato de un perro o un felino o como la araña tejer de su propia sustancia y toda la vida es así, cada cual con su don.
Lo mineral, lo vegetal, lo animal, fue puesto a nuestra disposición para ayudarnos a construir nuestro poder, para adquirir el conocimiento de aquello que no sabemos para vivir armónicamente en este planeta, para que la Tierra sea ese paraíso que perdimos al volvernos independientes, algo necesario para tomar conciencia de quién somos, pero no para olvidarnos de donde somos y para que estamos aquí.
No en vano nuestros antepasados se agrupaban en torno de un animal, del que recibían enseñanzas e inspiración Los elementos, el modo de girar de la brisa, la forma de una nube, el graznido o gorjeo de un pájaro, todo estaba para ellos cargados de significación y belleza.
La poesía era algo intrínsico en sus vidas. El mundo objetivo y subjetivo vividos sin alternancias, que es como decir Dios en cada gesto, que es decir enteros, unidos y poderosos y eficaces, tomando el conocimiento del lugar acertado, construyendo sin destruir.
Don Juan Matus le dice su discípulo: pasa por la vida con mucho cuidado, tocando solo lo que es indispensable.
Toda la maravilla que nos circunda fue puesta a nuestra disposición, pero todo lo que tiene vida sufre, así que tenemos acordarnos de ver a lo otro y tratar de dañar lo menos posible, para esto tenemos que ejercitarnos, en algo que cada vez nos parece mas difícil, aunque mucho hablamos de ello, que es el amor. Con amor a todo aquello que nos es próximo, que es nuestro planeta con la vida que contiene, nos conectamos con la semejanza. Al amar toda la vida se abre como un capullo y nos entrega su fuerza maravillosa, sino somos autómatas, sombras miserables caminando hacia el destierro.
Esther: en un poema mío digo:...somos un animal llamado humano". Cierto que somos parte de las especies de la tierra y, como tal, le debemos respeto. Los animales se nutren de ella, pero no la destrozan. Habría que imitarlos y...muy pronto. Un abrazo,
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