CAMINOS
Al desandar los caminos, recuerdo haber recorrido
infinidad de senderos, haber pisado montañas
y cruzando los esteros , al llegar a las fronteras
y ya lejos en el norte, sobre un puente singular
a mis pies se dibujaba imponente el río Uruguay.
Y volviendo para el sur recostándome al oeste,
en esos picos nevados, he visitado las cuevas,
y he descubierto castillos casi tocando las nubes
refugio de tribus indias y que hoy son un pasado,
donde se sienten los ecos del gran cacique Araucano.
Y al terminar el camino como dioses sepultados
he tenido frente a frente los bosques petrificados;
araucarias hecha piedras, contemplando para siempre de nevada cordillera
lo imponente y lo sagrado.
Y volviendo por la senda de un tiempo ya transcurrido
sentí en mi rostro el chasquido de un viento macho y bravío
que al atravesarla Pampa , tenía nombre y apellido
por ser el viento pampero el mas fuerte conocido.
Y así se fueron uniendo cielos, valles y montañas
y también un ancho río que me indicaba el camino
para llegar a los míos en la ciudad de Berisso,
donde el destino lo quiso anclara mi barca un día,
el contemplar esas islas que lo abrazan y fascinan.
El islero me brindó su casa y su mano amiga, y yo
me empecé a adaptar a sus costumbres y vida
De tal forma me arraigué que una casa allí planté
que en futuro muy cercano, será refugio de aquel
que comparta la amistad con un apretón de manos
donde brindar por lo bueno...
será un templo el Río Santiago.
Al desandar los caminos, recuerdo haber recorrido
infinidad de senderos, haber pisado montañas
y cruzando los esteros , al llegar a las fronteras
y ya lejos en el norte, sobre un puente singular
a mis pies se dibujaba imponente el río Uruguay.
Y volviendo para el sur recostándome al oeste,
en esos picos nevados, he visitado las cuevas,
y he descubierto castillos casi tocando las nubes
refugio de tribus indias y que hoy son un pasado,
donde se sienten los ecos del gran cacique Araucano.
Y al terminar el camino como dioses sepultados
he tenido frente a frente los bosques petrificados;
araucarias hecha piedras, contemplando para siempre de nevada cordillera
lo imponente y lo sagrado.
Y volviendo por la senda de un tiempo ya transcurrido
sentí en mi rostro el chasquido de un viento macho y bravío
que al atravesar
por ser el viento pampero el mas fuerte conocido.
Y así se fueron uniendo cielos, valles y montañas
y también un ancho río que me indicaba el camino
para llegar a los míos en la ciudad de Berisso,
donde el destino lo quiso anclara mi barca un día,
el contemplar esas islas que lo abrazan y fascinan.
El islero me brindó su casa y su mano amiga, y yo
me empecé a adaptar a sus costumbres y vida
De tal forma me arraigué que una casa allí planté
que en futuro muy cercano, será refugio de aquel
que comparta la amistad con un apretón de manos
donde brindar por lo bueno...
será un templo el Río Santiago.
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