a mi hija Jimena E. Passalacqua
Quebrados puños esconde la noche,
mientras me oscurezco en
tus senos de hembra dormida.
Dejame morir...apaga todas,
todas las velas, encendidas
en el ayer de la oración.
Dejame morir...que descubrir
el principio es mi signo:
irreverente y beneplácito;
de los locos, suicidas y
labriegos del andar
cursando por la vida.
Adiós penumbras, adiós claridad,
adiós luz de todas las mañanas.
Me quedo en el abrazo final.
19 de Marzo del 2009
Amigo Abel:Veo que te volcaste a la poesía y realmente te manejás como un maestro. Tu poema es terrible, angustiante y por eso maravilloso. Felicitaciones. Marcos.
ResponderEliminarAbel: un poema-despedida, tal vez de situaciones límites. Una catarsis emocional? La palabra es generadora de estos estados, porque es capaz de llevarse algunas angustias y -también- de generar esperanzas. Un abrazo,
ResponderEliminarAbel, este es un poema muy duro y cargado de angustia, pero a la vez hermoso por demás. Me gustó mucho, sobre todo al saber que te quedás con la esperanza del abrazo final. Un beso de Alici Cora.
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