Un surco de luz,
sobre tu cuerpo dormido,
deja como un misterio,
de polvo infinito.
Es de color dorado,
sobre tu piel bronceada.
Me abrazo a tu piel desnuda,
y me fundo en mil colores.
Y al pié de tu cama,
caigo y hago naufragio,
provoco las olas
y luego la marejada,
en mi deseo salvaje.
Y tomo el camino,
de tu cuerpo a la deriva.
Errante como un pagano,
sobre una tierra prometida.
Y luego mis manos codiciosas,
en este juego de impaciencia,
siempre siendo tan presurosa,
a bordo de la abundancia,
y es en esta alma apremiada,
en esta sed intensa,
que es necesario agua,
para serte sincera.
Una sospecha de sueño,
en tu mirada luminosa,
como perlas de sol,
batallas de azul límpido,
y la luz de tus tristezas,
unos versos coloridos,
a este juego tan sensual,
que sigue siendo eterno.
Bello poema sensual,
ResponderEliminary una hermosa imágen lo ilustra.
besoss Josefina