miércoles, 21 de julio de 2010

Dora Perricone-Buenos Aires, Argentina/Julio de 2010



EL TESTIGO

   Estás una vez más ante mí y hoy te pregunto: ¿Quién sos? Creo desconocerte
A lo largo del tiempo, a veces te contemplé y otras no. A veces me fuíste familiar y otras no.
   Es como si hubieses transcurrido varias vidas.
   Veo aquella niña felíz de a ratos, refugiándose en la danza para poder soñar, y descubrir que una sonrisa la lograbas gracias a ella...
   La adolescente recuperando con asombro la alegría, el entusiasmo por lo que vendrá... Y siempre los sueños, acompañando al amor naciente, a veces intenso, otras incierto.
   Qué linda te veías iluminada en tu mundo, ese que había dejado de ser mágico para tornarse real.
   Ahora que estás frente a mí, me detengo a mirar tu alma, y me asemejas otra persona. En los ojos tristes y la sonrisa borrada, hay algo que el paso del tiempo no logró desdibujar.
   Una luz tenue traspasa tu mirada, viene desde lo más profundo, lo sé. Y quiere asirse a la vida con la ilusión de perdurar. Igual que ayer...
   Te pido que apoyes tu mano en la mía, sosteniendo esa luz con la calidez del encuentro.
   Pero con cuidado, no sea cuestión que éste testigo de toda la vida nos "regale" siete años de mala suerte.

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