domingo, 19 de septiembre de 2010

Fernando Kofman-Buenos Aires, Argentina/Septiembre de 2010

Presentación del libro Cuaderno acústico del escritor 
Santiago Espel


UN CUADERNO ÉTICO SOBRE LA FLUIDEZ



   El libro se abre con una lista de objetos, principalmente monedas, y el tiempo que está encerrado en ellas, así como también lo está el azar. ¿El cuaderno es un inventario de tantos momentos evanescentes, de tantos momentos determinantes? Es, cómo se gesta una obra literaria, cómo se construye una vida, un camino en la exploración del tiempo vivido, que asoma como una repetición, pero que nunca repite lo mismo.

   Ese inventario se escabulle de la típica épica del héroe, y admite como en poemas: “Ni una cosa ni la otra”, que las olas del tiempo al autor lo dejaron en playas equívocas y desoladas. Pero no le tiembla la mano para introducir el escalpelo en su moral. Una ética que le hace ver que el amor es una entrega, un dar, no un contrato sádico. Y esta introspección también nos lleva a un patio planificado como un damero que alberga símbolos con los que convivimos, como una cruz gamada. Allí se plantea que nuestras pulsiones por matar y aniquilar insectos, adónde nos llevaría si no existiera la represión básica de normas legales. El dilema ético sigue sobrevolando el libro detrás de la pregunta: ¿qué somos? ¿y no es acaso la parábola de la vaca que mantiene un ojo abierto, casi moribunda, y no decide morir, aquel otro que nos mira y encuentra en nosotros sólo indiferencia, desatención?

   También ciertos insectos pueden desnudar nuestras hipocresías, como es el caso del poema donde la protagonista es una polilla que muestra como con su desaparición, cómo el autoritarismo queda en evidencia por la aparición de lo imprevisto: una polilla que antes fue gusano.

   Este libro también propone una arqueología de la carne, despanzurrada, sanguinolenta, evocando mataderos, quizás en uno de los mejores poemas del libro: “Ganchos”, cuando el amor ha sido cortado en tiras, troceado, puesto a colgar a la intemperie para que pierda intensidad, como quien cuelga un caballo viejo.

   Otro de los ejes del libro es el tiempo, sobre todo el pasado, de ir reconstruyendo con el hijo, como si fuera un “Titanic”, que sólo dejó desechos en la memoria. En este poema se reflota el tema de los poemas iniciales del libro: la vida, lo que se llama destino. ¿Es obra de un ser divino o es uno, entre diversos afluentes aleatorios, quien conduce su vida? Sobre este eje aparece otra arqueología, que es la de quien toma su vida en sus manos y procede como un coleccionista de monedas, patas de cangrejo, ganchos, dientes de tiburón, y reúne todos estos fracasos para acceder a una mirada poco complaciente sobre quién es. La avalancha de sucesos, sin relación entre sí, dan cuenta del vértigo en el que se enmascara la historia para generar su propio “Tango”, que no responde a un relato conectado con causales, sino que es punto culminante, es la anarquía, el gobierno de lo aleatorio.

   La poesía argentina, en diferentes décadas, nos ha ido acostumbrando a infinitas metáforas del cuerpo de la amada para hablarnos del amor. Espel, elude estas efusiones literarias, que de tan repetidas llevaron al lenguaje a lugares comunes, y como él bien lo dice en el poema, produjeron un “fundamentalismo del sentido”. Así logra un intenso poema de amor solo con la mención de vos, como una digresión, donde la amada aparece de un modo casual.

   La latente percepción para los más variados temas, no lo alejan a este poeta de la reflexión política, cuando establece una analogía entre el arte de construir pirámides con latas de arvejas y el arte de la política; y cómo cada una de las pirámides se vuelve vulnerable cuando un integrante o varios desertan. Una deserción que es tan fugaz como el agua corriendo por el desagüe de una bañera, que nos anuncia de un modo imprevisto sobre la fugacidad del tiempo- Bañarse aquí se lo equipara a un viaje iniciático donde nuestro cuerpo se distorsiona bajo el agua, y se parece a la memoria que asoma con percepciones fuertes, imágenes potentes, pero que también presenta distorsiones, grandes lagunas de olvido. Y las repercusiones del agua tienen un trasfondo acústico: el agua que se escurre y nos deja vacíos.

   La sorpresa de lo aleatorio está en cada esquina de “Cuaderno acústico”, como la imagen y metáfora de la bolsa que vemos a cierta distancia, a veces tiesa, a veces moviéndose, muchas veces difusa por efectos de la luz, emitiendo sonidos o replegándose en silencio. Sí, esa silueta, ese hecho inesperado, que se nos cruza, nos plantea el interrogante: ¿con cuántas bolsas nos hemos cruzado y ante nuestra indiferencia esperan ser abiertas?

   En el 2008, el músico Daniel Barenboim entrevista al compositor Pierre Boulez. Le pregunta si es necesario una vuelta a la tonalidad como piden muchos compositores. Y Boulez responde que es una pregunta correcta pero con respuesta equivocada, porque la música, o en este caso, la obra literaria, lo que debe mantener son ciertas constantes de percepción entre lo estable y lo inestable, con una gran variedad de recursos. Es así que Espel va en esa dirección. Su obra no se propone restaurar nada, ni la rima, ni la metáfora, ni el metro. Es una obra abierta desde “Pavesas & Muelles”, donde el acento polifónico teje una constelación de temas. Su obra, afortunadamente, nunca es una celebración del centro de la escena, sino un desplazamiento que lo lleva de la reflexión a la integración de diversos géneros, para darle una fluidez a la poesía que antes no conoció.

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