lunes, 18 de octubre de 2010

Roberto Javier Rodriguez Santiago-Puerto Rico/Octubre de 2010

Sin internet ni celular eres un marginado social

     Hasta tiempos recientes, digamos hasta finales de la década de 1990, un marginado social era bastante fácil de conocer y encontrar: en muchos casos, el marginado social era una persona carente de recursos económicos, lo que en el lenguaje llano llamamos pobre o humilde; bien podía también ocurrir que el marginado social fuese alguien enajenado de la sociedad, lo que despectivamente llamamos loco, aunque también podía suceder que el marginado social perteneciera a alguna contracultura o a alguna de esas denostadas tribus urbanas, como los punks, por ejemplo.


Con el desarrollo de 180º que ha acaecido en la tecnología informática y de comunicaciones, un nuevo marginado social hace aparición, ya no se trata necesariamente de gente pobre e indigente, ni por obligación de extravagantes miembros de una subcultura. Ahora aparece un nuevo marginado social: aquellas personas que no usan o no saben usar ni el internet ni el teléfono celular.


Ahora el aparecer en una red social como Facebook o Twitter puede hacer la diferencia entre pertenecer a la sociedad internética en que vivimos, o ser su marginado y por ello quedar excluido de las más básicas relaciones sociales.


En la medida en que nuestra sociedad desenvuelve su vida social a través del internet cada vez más y más, se corre el riesgo de que las personas que son incapaces o rechacen participar de las redes sociales del internet, pasen a engrosar las listas de los nuevos y futuros marginados sociales.


Estos nuevos marginados sociales se encontrarán en una situación desesperada. Como nuestra sociedad está habituada, acostumbrada, cuando no enviciada, con las nuevas formas de relacionarse del internet, será más fácil que los marginados sociales sean tratados con indiferencia, desprecio y burla.


Cada vez más los nuevos marginados sociales pasarán desapercibidos por la sociedad mayoritariamente tecnofílica, quienes al ver a alguien pasar a su alrededor, la verán con igual o mayor indiferencia con que observan la pantalla de la televisión o del internet. Cada persona que camina por la calle será para ellos lo mismo que estar mirando una película en el cine, o incluso menos interesante, porque en la vida cotidiana las cosas no ocurren con la misma intensidad y ritmo que en una película.


Muchos de estos nuevos marginados sociales son o serán personas de 50 años o más, personas que nacieron, se criaron, hicieron su juventud y casi toda su vida sin internet. Ahora estas personas se verán condenadas al ostracismo por no saber emplear el internet o incluso por no usarla con la misma compulsión con que la usan las nuevas generaciones.


Es triste el panorama que se dibuja para los próximos años en esta sociedad internética e hipermediatizada.


Una nueva tragedia se acerca para la humanidad, para aquellos que manifiestan o manifiesten incapacidad a la hora de usar la internet, y peor aún para aquéllos que se resistan a aceptar la verdad de que las relaciones sociales cada día dejan de ser relaciones espontáneas y personales, para convertirse en relaciones mediatizadas, donde el internet se convierte en algo tan necesario como el oxígeno, o más, donde ser o no ser miembro del Facebook, My Space o Twitter decide si usted es parte de la sociedad o un marginado social, condenado a relaciones impersonales y frías, o peor, tener que vivir el resto de su vida entre cuatro paredes, sin amigos ni familiares que no pueda encontrar por internet o celular, y si va a hacer compras, será condenado al más absoluto desprecio e indiferencia de sus semejantes, que le verán con menos entusiasmo que a un extra de película.


En nuestra sociedad hipermediática hay un nuevo marginado social, el que no usa o no sabe usar internet ni el celular.


Sin internet ni celular, usted es o será un marginado social.

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