Jerome David Salinger (1919 – 2010): variaciones sobre su vida y obra
· Pese a que se retiró de la literatura hace más de cuatro décadas y su muerte en enero de este año, es uno de los autores más influyentes de la literatura en el siglo XX y la actualidad.
· Sus libros despiertan todo tipo de sensaciones. Menos la indiferencia.
“Si de verdad les interesa lo que voy a contarles, lo primero que querrán saber es donde nací, como fue todo ese rollo de mi infancia, que hacían mis padres antes de tenerme a mí, y demás puñetas estilo David Copperfield, pero no tengo ganas de contarles nada de eso” es uno de los inicios de novela más categóricos que se recuerden. Pertenece a “El Guardián entre el Centeno” (The Catcher in The Rye, 1951), una de las creaciones literarias que ha tenido y aun tiene influencia decisiva en el mundo contemporáneo.
El autor de esta obra es el recién fallecido Jerome David Salinger. Quien además de haber realizado dicha ficción también tuvo otras incursiones más en el mundo de la literatura hasta mediados de los sesentas. Momento en el cual decidió apartarse de la máquina de escribir y el star system literario para entregarse al anonimato dentro de su residencia ubicada en la tranquila New Hampshire, al noreste de EEUU. Salinger se mantuvo así hasta su muerte a los 91 años. Hace ni más ni menos que casi un año.
A lo largo de sus historias constituidas en cuentos y novelas, este peculiar hombre, de familia de clase media neoyorquina y formación académica diversa, ha mostrado a la luz las angustias y los miedos de su generación allá por las décadas de los cuarentas y cincuentas; cuando la posibilidad de engrosar las filas de las Fuerzas Armadas en un contexto de guerra se mostraba a la orden del día y el cepo autoritario de las instituciones comenzaba a tornarse un pesado lastre para la juventud. Las semillas del descontento social que posteriormente emergieron del subsuelo en los sesentas y setentas estaban ahí. Salinger con su “Guardián entre el centeno”, y seguramente sin darse cuenta, contribuyó enormemente a las luchas que se desencadenaron en todos los campos de la sociedad occidental hacia los tiempos siguientes.
“Un día perfecto para el pez banana” (A Perfect Day for Bananafish, 1948) fue de sus primeras incursiones en el mundo de la literatura. Tres años antes que su célebre novela. Allí Salinger retrató las reminiscencias de su participación en el Desembarco de Normandía a través su protagonista, Seymour Glass. Lo presentaba como un veterano de guerra. Un hombre triste que buscaba comprensión por parte de su entorno luego de haber conocido de cerca a la muerte hace pocos años en la Europa del Tercer Reich. Una tarde en la playa, donde Seymour se encontraba de luna de miel con su esposa, conoce a una chica llamada Sybil. Se entretienen hablando y empieza a contarle un relato acerca de los peces banana. El cual a la vez encierra una metáfora sobre los poderes fácticos que se ciernen en la sociedad y en la vida política estadounidense:
“Los peces bananas tienen debilidad por las bananas. No es una forma de decir. Las bananas hacen salir a flote toda la debilidad de los peces banana. Se lo pasan rastreando pozos en los que haya bananas. Cuando encuentran uno, se aproximan a él como si fueran peces comunes. Pero una vez que entraron, se comportan como cochinos. Se ha escuchado de peces banana que fueron capaces de comerse, en su ataque de gula, setenta y ocho bananas. Lo que ellos ignoran mientras están en pleno festín, es que mientras comen, engordan. Y tanto, que cuando quieren salir del pozo ya no pueden. Contraen fiebre bananífera y mueren.”
Salinger fue el primer autor de su generación en abordar inquietudes modernas en torno a la vida social de su país; aun traumada por los resabios recientes de un conflicto bélico mundial que preferían callarlo más allá del relato oficial y “seguir adelante”. Como si la memoria fuese algo lineal y descartable que solo aparece en los manuales escolares de historia y nada más. El fue incisivo en los aspectos ocultos dentro de este panorama de funcionalismo exacerbado y prefirió sacarlos a flote por medio de las figuras metafóricas, relatos sórdidos y cierto humor negro.
Los protagonistas en sus relatos se relacionan firmemente con lo que fue su manera de ver al mundo; personas que se sienten perdedoras dentro el sistema socio-económico, político y cultural en el que se mueven a diario. Los “otros”. A los que se les ha impedido otra historia en medio de una época como la segunda posguerra en la que en EEUU primaba el relato del American Way of Life como única vía para progresar; casa, televisor, trabajo, familia y todos felices pero sin alentar la movilización social en busca de mayores libertades sociales y culturales. Una verdadera oda al capitalismo pesado (en términos del sociólogo Zygmunt Bauman).
El personaje paradigmático de Salinger es Holden Caulfield, centro de la trama en el “Guardián entre el Centeno”. Holden es un individuo sumamente sensible a su entorno. Sufre con la insoportable solemnidad y seriedad que hay a su alrededor. A partir de esto rompe los lazos establecidos entre él y el Estatus Quo. Ante el cual solo puede defenderse con su ira contenida y sarcasmo mordaz mientras comienza a planear un viaje que lo conduciría finalmente al reencuentro con su hermana menor. A quien considera como único bastión de sentido común y confianza en el cual sostiene su vitalidad ante la incomprensión y estupidez generalizada. Enjoy the little things vendría a ser la vía de escape a los problemas existenciales de Caufield.
Allí, Salinger definitivamente cambió metáfora por enojo y acidez. Acudió a un lenguaje sumamente provocador para describir la ansiedad y sexualidad adolescentes en una época donde lo que primaban eran las llamadas “buenas costumbres” y el protocolo de respeto absoluto a las autoridades en todos los niveles. Quizás por eso The Catcher in the Rye se transformó en un clásico apenas salió a la luz; la historia que contiene era y aun es la historia de muchas personas que se sienten apesadumbradas por la sociedad, sus límites y sus tabúes. La bandera de lucha de muchos que encontraron y encuentran en la narrativa de Jerome David una vía de escape a bastantes inquietudes. Su influencia sigue estando más que presente al seguir manteniéndose como uno de los libros más leídos en EEUU. Estando a casi sesenta años de su primera edición.
Luego de la aventura de Caulfield. El autor estadounidense completó la saga de la familia Glass (la misma de la que formaba parte el Seymour de A Perfect Day for Bananafish) a través de “Nueve cuentos” (1953), “Franny and Zooey” (1961) y “levantad, carpinteros, la viga del tejado y Seymour: una introducción” (1963). Los Glass son retratados como una familia disfuncional a la cual le cuesta adaptarse a la alienada e individualista vida social neoyorquina. Se siguió la misma línea de crítica y hastío hacia muchos rasgos de la sociedad occidental moderna introduciendo a la vez conocimientos de metafísica, hinduismo y el budismo Zen en sus relatos.
Un año después de sus últimos cuentos, y a medida que su notoriedad crecía a la par de los lectores de “El Guardián entre el Centeno”, J.D decidió recluirse en su hogar de New Hampshire y no hacer mas apariciones públicas. La única excepción fue una entrevista concedida en 1980 y nada más. El resto ha sido puro anonimato.
Muchas cosas se han dicho de Salinger y su obra a lo largo de las últimas cuatro décadas. “El Guardián entre el centeno”, por ejemplo, ha sido objeto de las críticas más increíbles en su momento. Fue catalogada como “peligrosamente subversiva” y de hacer referencia “a la disolución social” además de muchos otros calificativos por parte del conservadurismo estadunidense que rayan en lo bizarro y ridículo. Más allá de lo que se diga, sus historias iluminaron e iluminan la vida de generaciones ávidas de conquistar libertades y expandir los campos de lo posible.
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