No hay horóscopos
Indetermino
el día
en que lo dicho sea dicho,
la incertidumbre
hueco necesario.
Que vuelen las palabras
y salpiquen el aire del invierno
sin destinos ni rutas
salvo las que el alma.
Cuando se estreche el sendero
y no quede ni arena para huellas,
entonces
que los pies se despeguen
con sus alas imposibles
y desmientan a la física.
Que no hay mapas
ni horóscopos.
Que el pozo que se traga las miradas
un día las escupe.
Que me devuelve el cuerpo
y el alma.
Que las palabras no tienen dueño.
Que yo tampoco.
Y que esos ojos que un día
me hicieron cautiva
sepan cuándo besar el silencio
y cuándo gritar.
Que el alma inquieta me inquieta.
Y que la suya
respire.
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