La Lugareña
Playa brava
abrió su vientre
de arena fina y olas ariscas.
Bordeando mi mirada la playa,
el aroma del vino tinto
acompañaba el final del atardecer.
Apareció ella, acariciando
en su caminar la arena tibia y el agua que la buscaba.
La camisa suelta al viento,
sin ningún botón que la oprimiera.
La suave briza salitrosa,
besaba sus senos llenos de miel.
Los muslos emanaban al caminar lento,
la llegada de dos antorchas de fuego.
El pescador perdió su caña,
el hombre de la mujer con dos niños,
trastabilló cayéndose con su bebé en brazos.
Hugo --el playero--cerraba sombrillas,
volviéndolas a abrir.
Cerca, descubrí tu sonreír,
cerré los ojos y la playa estaba vacía.
El sol rojizo,
escondía su estampa en el horizonte.
Retrocedí tres pasos,
y en la puerta de La Loma estabas tú.
¡muy buen poema, Abel!
ResponderEliminarfelicitaciones por la difusión y también por la imagen que lo ilustra.
saludos cordiales.
¡muy buen poema, Abel!
ResponderEliminarfelicitaciones por la difusión y también por la imagen que lo ilustra.
Abel; un lindo poema, donde la figura de la mujer y sus sensaciones, atraviesan el espacio . Un abrazo,
ResponderEliminarMuy bueno Abel , siempre conmovedor Lia
ResponderEliminarAbel, un poema que lo dice todo. Las imagenes son maravillosas, me gusto particularmente ..."el aroma del vino tinto acompañaba el final del atardecer"... felicitaciones, beso de Alicia Cora.
ResponderEliminarAbel: La imaginación a su máxima potencia. Está buenísimo el poema. La descripción de la playa cuando llega el atardecer. Y esa mujer con misterio...
ResponderEliminarun maravilloso poema!!me suena a la palabra precisa la sonrisa perfecta!! lindisimo!!
ResponderEliminar¡Bravo Abel! me llevaste a esa playa con tus asertivas palabras.
ResponderEliminar"El arte entre cuatro paredes, no prospera"... ¡Gracias por compartir tu arte con nosotros!Besote y bendiciones.
Con todas la letras: ABEL ESPIL
ResponderEliminarMucho agradezco tu entusiasta comentario a Expósito. Me hace sentir bien.