LAS TUMBAS DEL CIELO
Misteriosamente abajo, me hallé en la forma de esa nube
hasta donde se desplazan las miradas.
Vamos, me dicen tus labios
y nos arrastramos en un vaho
tejido de ensueños y oraciones.
Vos y yo, el otro no iba.
Oraste al mediodía y encontraste una muerte.
Todos nos encontramos (nos convenciste), camino al Valle Seco.
Yo pensaba en pérdidas y caminaba
pero sin psicología para romper las telarañas
masticaba piedras de familia.
Ella iba y yo, esa persona no.
Felizmente vulnerable, como un adicto del siglo
pecaba inseguro y superficial.
Insepulto y herido de traiciones,
resucitado y perseguido, yo era buscado.
Debía ser muerto dos veces.
Como Lázaro asesinado,
bajo un cielo israelí.
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