III
La palabra se ramifica como un arbusto.
El hechizo que nos sostiene
se suicida desde la punta de la lengua.
En el bar, el vacío de mi copa
se asemeja al corazón.
V
Antes, la navidad me cuidaba desde el pesebre.
Los pastores, los perros y los balidos de yeso
se refugiaban de las tormentas bajo el pino.
Dios no me conocía
y yo creía conocerlo.
El agua era un trozo de vidrio.
La familia ensayaba la misma pose sagrada.
Con mis hermanos plenos de inocencia abríamos regalos.
Ya no puedo creer en todo eso,
desperté de aquel sueño feliz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario