Carolina
… entonces miró el cielo y vio abrirse las nubes en vendaval de llanto…
Interrumpo la lectura. Una brisa suave comienza a remolinear las hojas secas desparramadas en las tejas del techo. El helecho cubre las raíces desnudas del lapacho. De esa enmarañada melena verde asoma la asustada cabeza arrastrando tras de sí su cuerpo redondeado, apoyado en cuatro gruesas patas. Camina hacia mí, lentamente, como si un gran peso la pegara a la tierra. La miro venir, detenerse, inclinar la cabeza, un ojo al cielo, otro a la tierra, interrogante.
Mis pies descalzos la sorprenden. Tímidamente se acerca. Me huele y se arrebuja contra mis dedos. Le hablo, acaricio su lomo rugoso. Baja los párpados y su mirada húmeda me interroga. ¿es verdad que se fue… es verdad que voló con Manuelita escondida en el bolsillo. . .es acaso esa nube blanca que nos mira, su nueva casita? No sé que decirle.
Una lágrima recorre los surcos del arrugado rostro. Intento acariciarla. Como un resorte su cabeza retráctil se esconde tras la puerta de su refugio
La llamo. ¡Carolina…Carolina! No me contesta, está atrapada en su dolor.
Apoyo mi mano en su caparazón. Suavemente tamborilleo la mosaiqueada espalda, Carolina…repito una, dos, tres veces. Asoma la cabeza y me mira… ¿Manuelita, está en París…? Acaricio su rostro. Mis dedos descubren un sueño que eligió nacer en la arrugada frente de una solitaria tortuga. No Carolina, Manuelita está aquí, esperando el invierno para dormir a tu lado y en el silencio íntimo de tu dormitorio, contarte por qué se fue a París y cómo el amor la hizo regresar.
Vi el cosquilleo en los orificios de su invisible nariz cuando se escabullía en el cofre de su artesanal tejado.
Cierro el libro.
3 comentarios:
Lilia: hermoso relato, lleno de dulzura, de homenaje intrínseco dado a Carolinam la tortuga que trae recuerdos. Un abrazo,
Lilia, ante todo va mi felicitación por la comunicación tan afectiva mantenida con Carilina.
Y a continuación, agradecer tu comentario a mi relato. Gracias, me alegra que te haya gustado. Trinidad.
Que ternura Lilia, me encantó tu relato!!!! y la dulce Carolina.
Besossssss Jóse
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