Delirio
Cuando la noche azota con su gélida ventisca,
los fantasmas insomnes, entibian mis desvelos,
vislumbro el jade de tus ojos ausentes,
ilusiva percibo el ocre de tu piel.
Sobre la arena salobre, las margaritas deshojan
sus pétalos platónicos, como lágrimas de sal,
se aquietan en el remanso, mientras la noche cae,
se ahuecan en mi almohada, las caracolas del mar.
Tu copa zigzaguea, con licor añejo
de corales y algas,
se derrama en mi vientre como impetuoso caudal
y lo lamen los abstemios, alquimistas de la noche,
con sus pasiones bohemias, ebrios de libertad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario