martes, 21 de febrero de 2012

Álvaro Iván Ortegón González-Cali, Colombia/Febrero de 2012


Destino

Ven,
sígueme en este mar de soledades,
atrápame con tu daga oscura y silenciosa,
auspicia el dolor y la sepultura de todo deseo.

Aún no entrego mis pasos,
sigo adelante en mi caminata por el mundo
y resbalo y caigo y grito y tú no alcanzas mi alma.

Juego a escapar de tus garras como un cordero
pero es más fácil abandonarse a tu penumbra
que a la sed ilusoria del hombre eterno.

Soy tuyo, mis brazos los extiendo al viento,
siempre creí que si con él me fuera
nunca podrías tocar mi júbilo
ni mi fe en Dios
porque las nubes opacarían mi huella,
mi voz la ocultarían las aves
y las olas del océano
te harían punzante mella.


Te dejo mi vida, mi recuerdo
y comprendo que el frío se torna cálido
y no aceptar mi destino es condenarme en Siberia.
Ya nada me queda,
soy tu cautivo
¡Ven muerte!
Estoy contigo.

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