La
dulce perrita de Tilcara
Ahí llega otro ómnibus. No sé
si quiero desperezarme un poco y levantarme.
Estoy tan bien, hecha un ovillo, toda
calentita debajo de este asiento de la Terminal… y además, en la última hora llegaron tres ómnibus y
nadie me dio bolilla. Los que vienen
muy temprano están medio dormidos
y a veces sin querer me pisan, la culpa es mía por ponerme delante, pero igual creo
que si son tan inteligentes como parecen, caminando todo el tiempo en dos
patas, debieran tener más cuidado: al barbincho, la semana pasada lo dejaron rengo de un
valijazo, y al tostadito que duerme frente a la oficina
de “La Veloz del Norte”, cada dos por tres lo patean
porque es medio lento de reflejos.
¡Menos mal que en Tilcara nos quieren
y estamos bien alimentados, que si no
fuera así ya estaríamos todos enyesados hasta las orejas!...
Me parece
que hoy no va a alcanzar con mover la cola y mirar con ojos tiernos para ganar una caricia, pero,
pero, pero… ese viejo que viene con la
mano planeando derecho a mi cabeza …¡Cuidado, a ver si me saca un
ojo!...humm, me rasca suavemente el lomo ... humm, me parece que hoy es mi día…
--¡Voy a hacer como que miro para otro lado y me arrimo despacito para
no hacérsela tan fácil,… nosotros también tenemos nuestro amor propio!... --¡Por San Roque que este tío tiene
en los zapatos y los pantalones los
olores de todos los perros del país!, ¡es uno de nuestros simpatizantes! ¡qué suerte tengo, el
Tostado y el Barbincho se lo perdieron por dormilones!... Si me pide la pata,
se la doy, que para algo lo aprendí; y pancita le hago aunque no me lo pida…¡Miren como me mira!...¡es todo mío,!
, si se
inclina un poco más, ¡le doy un lengüetazo
en la cara para que sepa cómo lo quiero!...
- Alberto, hacete cargo de la valija y
dejá ese perro tranquilo, que después se
encariña y todos sufrimos…
-- ¡Nora, mirá como me da la pata! ;
¡Perrita, dame la pata! ¡Bien, perrita,
qué inteligencia! ¡Lo único que falta es que sepa hacer pancita ¡…¡Mirala!...-
¡Hizo pancita sin que se lo pida!... ¡Bien, perrita!, ¡Muy bien!...
-2-
-Perrita
aquí, perrita allá-. Cuando era más
cachorra me llamaban Fueradeaquí.
Parece que
ahora
me llamo Perrita, mucho no me gusta el nombre, pero me lo dice tan lindo que me voy a dar por aludida y los
voy a acompañar hasta el hotel antes que
la mujer
se me ponga en contra otra vez, y voy a repetir
varias veces el número de la pancita por las dudas; no tengo que
dejar que decaiga la atención.
Me parece que esta noche no duermo en la Terminal,-- me mudo a la
puerta de ellos y cada vez que salgan
los recibo con alegría y los acompaño
bailando; seguro que sigue la
fiesta, como ahora, que estamos
subiendo la cuesta hacia el Pucará y yo giro alrededor y él me mira a los
ojos y me palmea el lomo cada vez que paso por delante y yo me
detengo y lo miro fijo y el dice ¡que tierna! Y a mí se me humedecen los ojos y
a él también. Y la mujer que se llama Nora
también dice ¡Cuánto amor! Y también me acaricia para no quedarse fuera de la cosa…
Y con Perrita vamos a todos lados.
Durante tres días camina con nosotros; nos
espera en la puerta de los Museos de Tilcara, esta pequeña ciudad dueña de una movida
histórica, cultural y artística
tan especial.
Se pasea curiosa por los puestos
de los artesanos cada vez que vamos a la feria de la Plaza Álvarez Prado y nos
acompaña hasta el ómnibus en las
excursiones que hacemos a San Salvador, Humahuaca y Purmamarca. Al regreso nos espera siempre en laTerminal, y
se alegra igual que nosotros con el reencuentro. Todas las mañanas la
encontramos junto a la puerta y su mirada pregunta:
--¿adónde
vamos hoy?...
Una noche, en el recital de esos tres jóvenes que con tanta calidad tocaron sus variados
instrumentos y cantaron
música folclórica en el primer piso de esa pizzería tan cálida, ella subió los escalones
de dos en dos, se adelantó a señalarnos la mesa y se sentó contra la pared. No
hubo forma de echarla. Tolerada por todos, pareció disfrutar del concierto
tanto como el público que llenaba el salón, y no molestó en absoluto.
-3-
En ningún momento pidió comida. Sólo miraba todo con gran interés y cada tanto se cercioraba de
que todavía estábamos allí. Al fin se durmió; había sido un día muy agitado.
Salimos de allí con la idea de llevarla de alguna forma a Buenos Aires y sumarla a
nuestra casa, que ya cuenta con otro perro entre sus miembros. Aunque siempre
tuvimos inclinación por los animales, Perrita nos conquistó el corazón como
ninguno antes, pero el último día, mirando las hermosas
montañas que rodean Tilcara por todos
lados y la libertad y la alegría con las que se movía, nos dimos cuenta que era
una crueldad condenarla a un departamento en la ciudad y
cambiarle este hermosísimo
paisaje jujeño por el cemento y los semáforos de la Capital.
Juro que vi como se le nublaron los ojos cuando vio las valijas y nos acompañó por
última vez a la Terminal. Jugó
un poco con desgano y no me dio la pata
cuando se la pedí. Me miró fijo un tiempo interminable y no le pude sostener la
mirada.
Subimos al ómnibus y no quise mirar por la ventanilla ni que me viera. Ella se sentó en el suelo al lado de la puerta y esperó, como quien no quiere
la cosa, que el coche arrancara. Entonces empezó a correr,
adelantándose por momentos, cruzándose por delante, y cuando salimos de las estrechas calles del pueblo y entramos en la ruta, se detuvo y con la cola baja volvió lentamente camino de la Terminal.
-¡Viste Alberto, te lo dije, todo
muy lindo, pero terminó mal, no aprendés más!...¡ mirá
si teníamos que despedirnos de aquí con tristeza!...
--Yo no estaría tan seguro de que sea así, Nora, a lo mejor Perrita piensa lo mismo que
yo, que algo es mejor que nada, y que fue
bueno mientras duró… (al menos eso es lo
que yo necesito creer...)
-¡Otro que se va…, qué lástima!... me gustaba mucho como me decía “perrita”. Yo hice todo lo
posible para que se quedara; pero no pude hacer más; los perros tenemos pocos recursos para promocionarnos. Y bueno… igual
no me quejo, algo es mejor que nada…
¡Y qué bueno fue mientras duró!...
.
Me resulta muy bueno, amiga.
ResponderEliminarGracias por compartírnoslo.
Saludos