Teatro de la “loca verdad”
“Las Piezas de un Teatro”, de Rolando
Revagliatti (RundiNuskín, Buenos Aires, la Argentina, 1991, 102 páginas).
Comentario de Daniel Terzano
aparecido en la sección Libros del Suplemento “Cultura y Nación” del periódico
“Clarín” de la ciudad de Buenos Aires, el 8.8.1991.
En Las Piezas de un Teatro, Rolando Revagliatti transita con éxito un
camino riesgoso. La estética del absurdo (el automatismo surrealista sería otro
caso) ha tentado a muchos con su engañoso “vale todo”. El pecado resultante, en
general, es la tontería.
En cambio, los que saben que para
hacer teatro no basta con amontonar extrañezas sobre un escenario, han abierto
una visión alternativa, no naturalista, del drama humano. Revagliatti, felizmente,
pertenece a este segundo grupo.
Sus obras nos hablan de la soledad,
de la incomunicación y el desencuentro, y de ese terrible vacío que todos,
alguna vez, sentimos latir allí donde nos habían garantizado un alma. Para ello
hace vagar por las piezas de su teatro a personajes sin nombre (o tal vez, a la
inversa, tan sólo nombres, nombres genéricos, tan abarcativos que al fin nada
representan: “hombre”, “mujer”, “anciano”, “pelirroja”, “jesuita”...). Esas
identidades en grado cero monologan sin percibirse unas a otras, o hablan por
citas, o se retraen y callan, o dialogan entre sí con la calidez y coherencia
con que podrían hacerlo muñecos de cera encerrados en cajas de vidrio.
En muchas de sus escenas, lo cómico
asciende hasta ese nivel límite cuyo efecto final no es la risa, y en todo
momento la honorable razón resulta burlada. Lo que no se encontrará en estos
textos son gestos superfluos, rebuscamientos gratuitos.
Como escribió Tolstoi: “Todo esto es
locura, pero todo es verdad”.
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