Habito cuerpos, no lugares.
Marcelo Pichón Riviére
Hado primigenio niño
en nuestro inconsciente
das forma
lucidez al relámpago de
la pulsión.
Allá en la entraña
púrpura del confín
cripta de terciopelo
fetal te acurrucas
y con arte de estratega
despliegas
sobre damero un juego de
la oca
que incita lanza
sugerentes vocecitas
bajo el esternón cascada
en clamor
agitación psicosomática
comienzo
de un toma y daca anímico
avatar
del cotidiano trajín
cuando lo sensorial
va y vuelve el hado
resulta ser absoluto
amo en el envite. Él es
la intuición
maravilla su tierno
hechizo que desde el tuétano
nos mueve hasta el deseo
rojo cenit cuando llega
al
paroxismo
el juego del niño
atruena.
del
libro “Damero para un
Cuerpo”
complejo y profundo poema Michou
ResponderEliminarHmmm... ya sé, psicosomático!!! Mario Bruno
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