OTRA REALIDAD
“Estaba pisando el suelo,
pensando que era el
cielo…”
Andrés Calamaro.
El barrio quedó escondido por los años que se fueron
amontonando sobre sus veredas y
ocultaron aquellos vecinos que dialogaban o discutían según sus
características, a veces sentados en las puertas de las casas o en los
umbrales. Algunos con un mate en la mano. Otros con la mirada perdida, pensando
quizás en sus ancestros de distintos países. Las casas se fueron superponiendo una sobre otra hasta crear
moles de edificios, con amplios balcones y los almaces dieron lugar a los
supermecados. Las panaderías terminaron siendo confiterías, elegantes cafés.
Aparecieron restaurantes reciclados,
amplios, con más detalles en los servicios y los locales de ventas se transformaron en imitación de
otros tantos de zonas de mayor consumo.
En los nuevos edificios, el individualismo sube y baja por los
ascensores y en muy pocos casos - cuando la luz se corta- se muta en algo más
sociable. Los saludos del barrio se fueron perdiendo... Los más interesados en
no hacerlo son tropillas de perros de distintas razas que se saludan a través
de un ladrido o se enfrentan a otros ladridos, o se atraen cuando el celo los
monta en un aullido. Uno que otro gato escudriña los lugares, atento.
Escuelas sin cupos para alumnos, baldosas levantadas
que producen accidentes permanentes, calles cortadas, autos y camiones desfilando,
apretadamente las 24 horas. Un Spineta
encajonado, en lugar de brindarle
un sencillo pero importante monumento, al menos como recuerdo por tantas
canciones que siguen dando vueltas en las bocas de la gente.
Y allí dentro,
en esa construcciones de pisos y pisos, ornamentadas en general,
aparecen ciertas situaciones delirantes o
muy pocos divertidas. Habitantes que persiguen encargadas de edificios, maltratándolas,
lastimándolas con palabras, dejándoles como recordatorios coloridos
hematomas, amenazas. Otros, muñequitos de torta que erectos en la puerta, ostentan
que custodian como gendarmes los departamentos encimados hasta formar edificos.
Como estatuas. La quietud de las noches
es interrumpida desde los viernes por músicas altisonantes y visitas en algun
momento de mariachis mientras por la televisión pasan el video de Pablo
Escobar.
Noches en un balcón junto a una vela o la luz de un
celular o una linterna esperando que Edesur termine con el corte y como si
fuera poco el olfato de algún propietario que dice aspirar monóxido de
carbono y por su cuenta hace la
denuncia y en consecuencia sigue la excavación en la
vereda, un corte de gas general debiendo regresar a la ducha en casa de los hijos o algunos en
simples palanganas como en la época de la colonia. Viejas cañerías que no se
revisaron en el tiempo.
La desconfianza de alguna vecina más que implantada en
el asiento de su coche, frente a su habitat,
sacando fotos de aquellas personas que
entran a algún edifico con la
obsesión de la posibilidad de que sean ladrones, o simples invasores de
intimidades, mientras confiesa su situación persecutoria y el terror de sólo pensarlo. En
realidad, no logra comprender que está
haciendo la regresión a una infancia
lejana, a aquél juego de policías y ladrones. Y olvida que no es la poseedora de toda esa
contrucción sino una sencilla mujer que
vive en uno de los tantos departamentos.
Un rosario de cuentas terminó formándose, donde: la
desconfianza,
la altanería,la
desvalorización del respeto
y
la alegría,
acarriadas
por la soberbia
-todas ensambladas-
concluían con un broche dos
astillas cruzadas.
Y siguen pasando los años. Es el tiempo que no tiene
pasaje de vuelta. Y te detenés y reconocés que los ideales te llevaron,
influyeron porque creíste en ellos, y a veces lo hicieron como simples máscaras
venecianas. Sólo eso. Y lo creíste. No pensabas en el uso de los otros, en la
búsqueda de seres como objetos, dinero, como simples bastones. Y una tarde, ya
cuando los días se acortan en tu alma, reaccionás y los ojos se transforman en
luces encendidas, asombradas que alumbran y titilan y te muestran otra
realidad. La de haber vivido.
Alba: una enumeración de paisajes cotidianos, de los que formamos parte, muy bien enumerados y explicados. Mi saludo,
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