cuando un duende se va
los ojos se despenan
las manos se ahuesan de
tristeza
y hay lágrimas inútiles
que duelen
cuando un duende se va
hay lugares deshabitados
nostalgiados de voces
desmemoriados y solos
cuando un duende se va
la risa se esconde en un
buzón
y una tropieza de
vulnerable
en una esquina cualquiera
de buenos aires
cuando un duende se va
dios se ausenta por un
rato
ResponderEliminarOtro lujo que te das Graciela, con Alba Estrella Gutierrez Poeta.
Alba: es verdad, los duendes pintan con luces sus recorridos. Son capaces de equilibrar intenciones y, todo eso duele en su ausencia. Mi abrazo,
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