miércoles, 23 de abril de 2014

Isidoro Gómez Montenegro-Cosoloaque, México/Abril de 2014



Mariposas Negras


Ojos, boca, cabellos,
abismo sin profundidad.
Alucinación, cuerpo,
 mapa geográfico
piel a través de luz negra.
Vislumbro manchas, cicatrices, lunares,
 en el filo de una piedra.
Afuera pasan mujeres,
damas sensibles, intensas,
amortiguan al hombre.
Ebanistería dura, hiriente y enemiga.
Las mujeres
no esconden sus pechos metálicos,
devienen en cadencioso andar;
son amantes exquisitas
temerosas de perder el talle
cuando ensanchen sus caderas.
Los visillos se traslucen,
senos menguan alimentando peces.
 Danzaré en rededor de la hoguera,
polvo negro de alas de mariposas incendiadas.
Disciplina diaria
ejercicio vibrante, abrasador…
el sueño no libra horridas pesadillas.
¿Dónde quedaron los juguetes de mi infancia?
Sueños predichos en un libro,
se trasformaron
en mariposas negras,
 sombras  me persiguen.
Temo ser alcanzado sin  tregua;
¡Indecible tormento!
Regresan las mariposas negras,
vuelan con ritmo tras de mí
dejan olor rancio.
El cabello se destiñe.
¿Será un momento mágico
en una mansión inconclusa
sin cristales ni ventanas?
¿La historia de un amor desesperado?,
la noche vendrá,
seremos interrogados por el amor
antes de tocar el Delfi. (ombligo)
Incoemos ésta dichosa palabra:
Noche, mar de silencio
con claras devociones,
faro del espíritu,
traslucidas ondas suaves.
Se oscurece la mirada;
veo, leo la ciudad
 no pierdo el tiempo,
la melancolía adora el desaliento
de lo que el alma pudo hacer.
Sin la grata penumbra que
concede el ave del crepúsculo
a quienes vivimos adorándolo siempre…

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