La cartera
No recuerdo
con certeza en qué momento vi a la joven por primera vez; se apreciaba muy
elegante, distinguida y de buen porte. El asunto sucedió aquel día en medio de
la aglomeración que se formó frente al teatro, para ver la interesante obra
titulada: “Esperando la muerte”. Sólo escuché los gritos que provenían de una
mujer mayor, quien roja de ira gritaba: - ¡Atrápenla,
atrápenla!, ella me ha robado la cartera - señalándola. Yo iba concentrado
en mis pensamientos y no advertí cuando desapareció la joven mujer
a quien antes había observado.
A los
gritos, todo el mundo se puso en acción y como en estampida algunos corrieron
tras la ladrona. La mujer intentó alcanzar el otro lado de la calzada, pero no
pudo hacerlo. Un hombrón le salió al encuentro y le aplicó un feroz puñetazo
dejándola tirada en el piso con el rostro ensangrentado. Desde el suelo con voz
muy tenue, la mujer sólo pedía le entregaran la cartera, el hombre a su lado
sonreía sintiéndose un héroe. Mientras la muchedumbre aumentaba para enterarse
de lo que estaba ocurriendo, una jovencita le comentó a su acompañante:- ¡Oye Víctor, la señorita no parece ser
delincuente!
Al llegar
donde estaba la joven tendida en el suelo, la mujer a quien le robaron,
furiosa, recogió lo que para ella era de su propiedad. Por su parte, la joven,
con débil voz y tono suplicante, repetía una y otra vez:- ¡No lo rompan por favor! no le hagan daño. De inmediato, la señora
mayor procedió a registrar la cartera. Al poco rato, la mostró abierta a la
gente que allí se encontraba, exclamando en voz alta y tono agresivo:- ¡Aquí no hay nada mío, solo veo este
muñeco!- sacudiéndolo y mostrándolo a quienes las rodeaban:- ¿Qué hiciste con mi dinero y mis cosas?- La mujer caída no
respondió.
En ese
momento se hizo presente un furgón de carabineros. Los funcionarios, pronto se
dieron a la tarea de atender a la mujer caída en el pavimento; mientras
escuchaban los rezongos de la otra que reclamaba por su dinero más los otros objetos
que se encontraban adentro de su cartera, manteniéndose parada como una estaca
al lado de la presunta ladrona.
Ya el furgón
estaba por iniciar su marcha, con las dos mujeres en su interior. De pronto
hicieron aparición una pareja de carabineros, y en medio de ambos, cogido por
los brazos y esposado, un hombre de unos veinte años con la cabeza inclinada,
escondiendo su cara; mientras que de uno de los brazos de la carabinera,
colgaba una cartera idéntica a la que en ese momento tenía, en sus manos, la
señora a quien le habían robado.
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