Bien cubierto
Llega la noche.
El hombre va hasta el fondo del edificio, busca un fieltro negro y lo echa encima. La tela, demasiado ancha y larga, cae sobre los costados, cubriéndolo totalmente.
¿Cuál fue su intención?. Seguramente conservarlo en buen estado y seguir cultivando la etérea fantasía de un archivo minucioso de personajes que se deslizaron suavemente sobre la alfombra, observándose durante muchos años frente a él, puerta giratoria que da a un túnel del tiempo, donde cualquier cristiano queda preso y registrado como usuario habitual de un objeto sin voz y sin oídos, pero con la capacidad de reflejar a quien se le pone delante e influirlo con su propia y silenciosa opinión, ya sea favorable o desfavorable, ayudándolo en sus decisiones sobre elegancia o confort .
Mañana seguirá la rutina.
El mismo hombre retirará la cobertura. Luego levantará las persianas y de nueve a veinte horas, el tradicional espejo de pie y movible, continuará prestando sus servicios a los clientes de la centenaria zapatería porteña Calzados Guante, de Florida 445, a sólo una cuadra de donde estuvo la mítica casa de Manucho Mujica Láinez.
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