CANSANCIO DE UNA LARGA PRIMAVERA
A los tapones del sistema educativo.
Qué barbaridad, me quedé dormida,
pensó Emérita, mientras sacudía su blonda cabellera rubio oro contra el
respaldo de la silla. Cuando levantó la mirada pudo ver a los muchachos
arremolinados, tomando mate, algunos riéndose, sentados en el suelo o arriba de
los bancos. Ay, qué me pasó...Disimulando la situación con tono fastidioso los conminó con un ¿terminaron la
fotonovela ?…Ellas y ellos la encararon y se escuchó un te despertaste, vieja. Señores
y señoritas hace una hora que están haciendo el trabajo y todavía les permití,
entiéndalo bien, les permití, que se integraran en grupos, agregó mirando de
reojo la hora del reloj pulsera comprado en la Feria de San Telmo. Dále, dále,
si te dormiste vieja chota. Qué han escuchado los pabellones de mis oídos.
Quééé...Claro, nadie da la cara. Vaya a saber qué harán cuando no vienen a
clase. Trabajamos respondieron unos tantos. Sí, pero ¿los sábados y domingos,
van al Colón como yo, o al cine a ver películas como la gente...o se quedan
bolicheando o haciendo Dios me libre qué cosas?...No le contestes a la señora. ¿Señora? Soy señoorita. Lo que sucede que
nadie se le anima porque después no la aprobás más a esta puta materia. Además
en cuanto se mueve emite un fluido que te agrava el dolor de cabeza.
Sepan
ustedes que soy reesponsaable y quee para darles libertad me quedé meditando y
haciendo un ejercicio holístico para desarrollar con mayor profundidad la
clase. Mi clase.
La
de todos, qué te pasa. Si no hubiera ladrado el perro de la casa de al lado...seguiríamos
tomando mate. Basta de chanzas, señores y señoritas. Las miradas de muchos se
encontraron con algunos gestos de los otros que su visión gastada no lograba
registrar. Pero escuchó el bochinche.
Silencio
total en el aula. Profesora, ¿trajo los parciales?, acertaron a preguntar los
de siempre... Ustedes se piensan que son los únicos alumnos. La mayoría somos
mujeres sonó por el fondo del aula. NOO fue la simple respuesta... Pero estamos
en setiembre y los tomó antes de las vacaciones de invierno. Estamos
preocupados. Y... La semana que viene, ya estarán evaluados. ¿Y si alguno tiene
que recuperar?...Veremos. Por otra parte, se los anuncié en el primer
cuatrimestre, conmigo y con el Dr. Adenda rinden en marzo, nada de noviembre o
diciembre. No, profe, no pueede ser. Si uno estudió... Dije no y es no. Lo
dispusimos el Dr. y yo, así que no anden quejándose a la Regente o al Director,
o a ese engendro del Centro de Estudiantes. Ya no se llama así, manifestaron
desde el final, es el CAI y nosotros también lo integramos.
Democrática,
la fulana. Qué la parió.
Un
trabajen se escuchó en la sala que llegó hasta la secretaría y el jardín, donde
los malvones rosáceos sufrieron a raíz
del grito, una sacudida. Por el pasillo, pasaron dos personas mirando al
interior, agitando las cabezas como diciendo hasta cuando. Emérita volvió a leer
su reloj y consideró que el tiempo ya estaba cumplido. Es la hora, exclamó.
BIEENNN. Y empezaron a levantarse de los bancos. Era necesario respirar, ya que
el aire que entraba a través de las ventanas no purificaba lo suficiente ese
ambiente caldeado de olores y aburrimiento.
Hasta
el lunes que viene, chicos. Si terminan la fotonovela les traigo masitas. ¡Qué
bueno, mirá cómo nos quiere comprar para que no nos quejemos! Con masitas...
Se
movió entre sus ropas apelusadas, abriendo sus ojos claros avalados por unos
párpados añiles y añosos y se abrió paso dejando como los barcos una estela en
el aire de un aroma acre, corrosivo, enconchado, lacerante.
Con
marcha de reina, como si estuviera entrando los sábados en el Teatro Colón
llevando en la mano su abono anual, atravesó el pasaje a la secretaría,
esquivando gente y desplegando ese tufo picante. Entonces recordé las clases de Historia, en
que nos contaban como a los reyes se los bañaban cuando nacían y cuando se
casaban. Ella no había cumplido ni siquiera con el segundo rito.
Creyéndose
una diosa marmórea, franqueó la segunda puerta hasta la sala siguiente,
haciendo salvedades y dando indicaciones como Presidente –vitalicia-de la Cooperadora.
Decíme,
vos no tenés autocrítica, la encaró un directivo. Por favor, contestó Emérita,
a qué hemos llegado. ¿Un profesor tiene
que hacerse eso que vos decís?...Hacétela vos, que naciste con el Piaget debajo
del brazo y le sumaste a Freud, Lacan, Moreno, Yung y toda la parafernalia que
le sigue...El otro la comió con la mirada y se metió en el curso. ¡Ja! Habráse
visto, a mí, hacerme observaciones, a mí. Claro, esta palabra nunca se le cruzará por la sesera, ni
por el hemisferio derecho ni por el izquierdo. Conoce las etimologías, pero
resulta imposible que la vieja se meta en la metalinguística, pensaba el otro
mientras la bronca se le esparcía por el cuerpo considerando a la cantidad de
tapones del sistema. Sus conocimientos, en realidad, informaciones, no se lo
permitían porque Emérita decía ser la
gran catedrática y por lo tanto no admitía sus errores ni el paso del tiempo.
Ni en el recoveco pequeño de su creatividad primaria, podía imaginarlo. Sólo
albergaba fantasías cuando el Dr. Adenda, verborrágico, amante de la Edad Media
con las torturas incluidas, delator de compañeros en épocas de la dictadura,
desutilizador del tuteo por considerarlo libertino salvo en casos que su
interés lo exigiera, la alcanzaba hasta su casa, sin detener el motor de su
auto. Allí, Emérita se bamboleaba hasta apoyar sus pies en el cordón de la
vereda, y caminaba hasta abrir la puerta de su solitaria casa donde una
veintena de gatos la recibían a maullido limpio, deslizándose sobre los
pisos pegoteados de orines rancios y
aserrín.
( Aclaro, este tipo de tapones existen,
pero los obreritos de la educación que permanentemente trabajamos por ella,
somos la mayoría.)
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