El sustrato hiperbólico que imprime Revagliatti en su altisonante lírica, tiende un puente de apertura en el umbral de una poesía mediática vacunada, a menudo, con reivindicaciones a tópicos pasados y nuevos, donde el poeta siempre busca (en un lenguaje ampuloso y profundamente retórico) la razón de su existencia. Como muchos poetas de su generación, Revagliatti es producto de una época en la que la poesía era objeto de estudio en sí misma, donde los versos florecían en el llanto amargo de conflictos armados y sombras de dictadores andinos, buscando en una estética narcisístico surrealista el beatus ille (lugar idílico), huyendo del existencialismo y realismo de sus antecesores para sumirse en una variedad de estilos sujetos, asidos en su mayoría al criterio unívoco del autor, y los cuales (en su forma y contenido) formaron gran parte de la poesía novísima española y latinoamericana hasta finales del milenio pasado. Poesía que se ha visto transformada (en la actualidad) en una simbiosis cargada de realismo y de vanguardias vintage (como el concretismo y el dadaísmo), muy lejanas a esa corriente estilística que sumió a la literatura en ese nuevo género, ahora ya trasnochado y caduco, que, influenciado en gran parte por los canales de masas propios de nuestra época (el cine y la televisión) desde el mundo anglófono se bautizara como New Age.
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