jueves, 22 de enero de 2015

Carmen Amaralis Vega Olivencia/Enero de 2015

El fantasma del amor

Ella nunca será dichosa,
La acosan deseos infinitos.
Deseos imposibles de alcanzar.
Su condena se refleja en la  plata de sus ojos,
En el nácar de sus manos vacías.
Ese amor imaginado no es de este mundo,
Sin compasión late en sus venas.
Una avalancha de deseos descabellados la cubre,
deseos que superan la utopía del amor.
Eternamente padecerá la gris condena
de buscar desesperada la silueta que la acaricia en las sombras.
Ese fantasma sin piel
que aparece cada noche en su lecho.
La acaricia,
la besa en la nuca,
la hace suya suavemente,
para luego disolverse en la bruma.
Bruma que la envuelve en la angustia
de sentir que esa adorada sombra
la poseerá para siempre.
Su amor no es de este mundo.

Esa es su condena.

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