martes, 24 de febrero de 2015

Carmen Amaralis Vega Olivencia/Febrero de 2015



Repaso de angosturas

De la luminosa cuna a la oscura tumba se desvivió
buscando una clave al dolor ajeno.
No le importaba el propio, ese no contaba.
Contaban  los  estómagos  vacíos  de pan o de caricias,
Las lacras y las  llagas de esperanzas.
Voló lejos, el universo le regaló mil alas,
Y llegó lejos, muy lejos,
a las tundras del  desierto,
a los glaciales del sur,
al mar salado de la muerte.
Compartió su vida con aborígenes, esquimales y negros.
Divisó con sus ojos agudos  los valles y las cumbres.
Caminó pasillos largos, muy largos,
Pasillos de inciertos destinos,
de pocas esperanzas.
Fabricó ilusiones con retazos de la piel cansada,
sintió  brillar la luz de la esperanza.
Luego de transitar por caminos tortuosos
llegó al limbo donde se almacenan los recuerdos,
los repasa.
La tristeza invade su alma.
Se da cuenta de la miel amarga,
detecta la angostura  que abunda en los umbrales      
de los que aún viven dormidos de abundancias.

Florecida de amor

A veces pienso que el beso que me tiembla en la mirada
Se pierde derramado por tu vientre,
Se desliza con el miedo de perderse
sobre cumbres sedientas de pasión.
No lo has de entender,
Nunca lo has de entender.
Mi corazón sabe que en el mundo
A nadie más deseo amar.
Tiemblan mis manos llenas de caricias nuevas
deseando hacer un arcoíris sobre tu vida.
Y me quedo esperando el momento
de cubrirte de delirios el cuerpo
sin que lloren mis ojos
y se desborde el amor que te tengo.
Es que te amo tanto que solo tengo anhelos
de retoñar mi piel en flores.
Ardo en la loca tentación
De derramarme en pétalos sobre ti.

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