Mariposario
Estoy presa, montonero, porque escribo.
Quizás si escribiera sobre estrellas y soles,
estaría más a salvo.
Quizás si escribiera sobre estrellas, soles y
asteroides el cielo sería un mariposario abstracto.
Y mi color, pintado por los otros con acuarela,
tendría el color de otra bandera.
Pero soy un alma negra en cuerpo blanco y
celeste,
Y en mis vuelos te busco porque soy tu
compañera.
Sé que me estás buscando, me buscaste durante
muchos años.
Soy la vida, erizada, piel caliente y vos
entrando.
Soy ese momento, en el que estás entrando en
mí, como la historia.
No puedo ser si no soy en vos, no puedo ser si
no sos en mí.
Vivo entre la humanidad de los hombres,
Algo real, algo ideal, estado imperfecto de lo
humano.
Me impregno, me mezclo, me acuesto,
Te doy
mi cuerpo, me entrego.
Caí en un mariposario falso, me cazaron, me
atraparon cuando estaba acariciándote, dormida.
No pude dormir desde entonces, no pude dormir
por las noches,
Viajé entonces a encontrarme con tu cuerpo
astral,
Para que me abrace allá, en el sueño.
En el ensueño.
El sueño, el lugar de los revolucionarios.
Anoche no pude dormir y no estabas allí para abrazarme.
Kármica, entré en circuito de tu eterno
retorno.
Pude escaparme, sólo porque encontré un espejo
y vi reflejados otros mundos.
Perfumes, cuerpos, flores, el mariposario ficcionario.
Allí, me siento viva, un poco real, un poco
ideal, un poco marginal.
Da el sol en la casa,
Da el sol en el campo,
Da el sol en el cuarto,
Donde anoche, nadie pudo abrazarme,
Y yo sintiendo que el sol se apagaba como la
música,
La música se apagaba como el cuerpo después de
entregarlo,
Aquella fiebre, aquel amor físico, impulsivo,
violento.
Pasión, la de las mariposas en el mariposario,
Latiendo con alas pintadas, expresionismo, art
deco.
Impulsivo el cuerpo entregado a tu cuerpo en
aquel mágico lugar, desierto, abierto.
No tengo más que pensar, si en tu pensar
existo,
Es el deseo de estar en tu cuerpo haciéndolo
mío,
Perteneciendo,
Entregándote la intima y última de las memorias
de mi cuerpo,
El mensaje oculto de lo no dicho,
Las políticas entregadas a una revolución
silenciosa,
La de ser tuya,
Como una propiedad exclusiva de caudillos y
montoneros.
Me entrego a vos, tenés mi cuerpo.
¿Qué vas
a hacerle ahora, a mi cuerpo, con tu pensamiento?
¿A dónde estás, montonero?
Esquivé la rutina, te perdí, te encontré en
otra instancia del deseo,
Te perdí en el pasaje en que estabas en tu
exilio,
Temiendo que la fuga haya sido una trampa más
del destino.
Todo aquel que se fuga, que huye, que no se
queda a pelear por la patria,
La
patria hecha por ideas y por paranoias,
Tesoros del poder que nadie cuenta.
Me casé, con vos, con la historia y nadie lo
sabe.
Es un matrimonio secreto.
Mi cuerpo no entregado no tiene sentidos ni
latidos,
Mi cuerpo entregándose tiene vida, tiene hijos.
No fantaseo, ingreso en tu fantasía todo el
tiempo.
Es el deseo atroz, que nadie me toque si no tu
historia,
Que nadie me domine sino tu espalda.
No estabas allí para abrazarme, y yo no pude
dormir en toda la noche.
Cazada, en el mariposario falso, decoro.
Mi cuerpo te llama.
Idioma de los cuerpos comunicándose, la danza.
La danza en el insomnio.
Entré en tu imaginación como un virus,
Devine fotografía,
El detalle captado al instante,
De eso que en blanco y negro se revela,
Somos de otro tiempo, tenemos otra ropa,
Vestimos para estar desnudos,
Me ves en negativo,
Negativizada, la revolución que encendiste en
tu huida.
Médicos atendiendo enfermos, dominados,
Dominantes extremos,
Territorios incendiados,
Cuerpos anclados en un sitio, sin funerales, ni
palabras de aliento.
Maestros dando clases en la calle, predicando
para la conciencia,
Esa conciencia deviene de la inconsciencia de
lo histórico.
Pájaros que pican de la tierra,
Aquellas semillas que plantamos para
alimentarnos en un futuro.
Futura huida del falso mariposario.
Me entrego a la utopía, me entrego a este
romance.
Estoy acusada de violar correspondencia,
montonero,
Acusada de escribir, y de violar
correspondencia.
Me dan drogas cuando no te veo por un tiempo,
Cuando
creo un lenguaje para comunicarnos a lo lejos, azulejos,
Nosotros mismos, azulejados, reflejados, inspirados.
Poseerte no es propio de mi manía, es la
consecuencia de mirarnos.
Mi cuerpo está esperando de tus sales.
Me angustia no tocarte, ni en mi cuerpo ni en mi ficción.
Te toco en mi ficción como a un lago manso.
Juego a sacarte de mí, para herirte un poco.
El ego, ese dios que nos posee, también nos saca.
Puedo reposar en tu espalda,
Apoyar sutilmente mi cuerpo sobre el tuyo,
Curando las heridas de un guerrero,
Dándote mi calor también mí sangre.
Irrumpo en esa historia, como irrumpe el mar en
cada caso,
No veo salida, es posesión, prisión eterna,
La de los lazos amarrados intempestivamente,
Tormenta de noche, tormenta de mar.
Nada calma este vuelo si no el aire frío de la
costa del sur,
Sur surreal, sur siempre.
Y en el sur siendo, jamás no existe, existe
siempre.
¿Cómo explicarlo de otra forma?
Tu
pensamiento me posee y mi cuerpo se entrega.
Imaginación, sutil poder para quien suda.
Rebelión, alma, mar,
Ritual,
Bajo el cuerpo, las mariposas te devuelven a
mis pies, te curan.
Tu alma escondida descifrando códigos del amor
prohibido,
La sensualidad de la historia sinuosa, el
cuerpo ardiendo, vuelve el calor
El deseo,
El temblor,
Las visiones, los oráculos.
Todo lo advierte, hay adversarios, en estas
batallas de la física alguien pierde.
Somos territorios extensos, los cuerpos
amándose, entregados.
Eros.
Eros y tus imágenes desnudas.
Nudismo histórico, cópulas, el deseo de poseer
posesiones posibles,
Y entro en tu juego para darte placer.
No temo.
Soy esclava, mujer esclava, posesa también por
el mundo que se me revela,
Respeta mi cuerpo tu poder humano.
Te quiero adentro mío, historia,
Revelación del tiempo.
Éxtasis.
El deseo de ser normal, una mariposa en la
pared.
Qué estúpido, qué estupidez.
Noche impura, de pretensiones ciertas,
Dios, ¿cuánto tiempo más puedo darte mi sentir?
¿Cuánto tiempo van a resistir nuestros cuerpos
el sentir de la historia?
Mi cuerpo en silencio te busca en la historia.
¿A dónde estás, montonero?
Es historia que pesa, densa entra en mi, hace a
mi cuerpo como hace en la arena,
El lugar desierto, abierto del amor.
Tus manos, me tocan.
Cada vez que entrás en mi, mi intimidad te
responde.
Entrás en realidad.
Entrás en ficcionalidad.
Mi intimidad, siempre te responde.
Te espera, te reconoce y te responde.
Ideal, un abrir y cerrar de ojos.
Me entrego.
Entrego mi cuerpo, entrego mi vientre.
Te doy mi vientre para que me des tus hijos.
Guardaré tu sangre, cuidaré tu humanidad, te
daré herencia.
Haremos historia, no es un crimen amarse en
silencio.
No es un crimen amar la historia.
Beso tu cuello, beso tu frente, beso tus ojos.
Beso todo menos tus labios.
Tus labios besan mi cuerpo astral.
Hacés tuyo mi pecho, la imagen nos invita a
tocarnos más.
Pero es sólo una imagen, una fotografía.
Violamos el tiempo y el espacio de una
diapositiva violada.
Es historia, aire.
El lugar aún no está armado.
Mi cuerpo reside en tu mente, tu cuerpo reside en mi cuerpo.
El lugar físico, el mariposario nuestro, el
mariposario salvaje, aún está cerrado
para nosotros.
El mariposario, el lugar a donde van a vivir
las mariposas.
A vivir y no a morir.
Mientras tanto, vivís en mi escritura,
abrazados a la ficción.
La ficción nos encuentra abrazados en la
ficción.
Imagen poética, el cuerpo dentro de un abrazo.
Vivís en la respiración de mi texto, en el
aire.
Y yo vivo en tus escenarios políticos.
Todo se transforma, nada permanece.
Vivo en la devastación de los campos,
Vivo en las ideas que resucita la historia de
día,
Vivo en las caminatas de noche por las calles
de la provincia.
Vivo en tus clases.
Vivo en tus imágenes.
Vivo en las historias de las mujeres que dieron
sus cuerpos a la revolución.
Vivo en el deseo de lo revolucionario.
Vivo en el seno de un discurso,
Vivo en la escena de un lenguaje amatorio.
Poder imprimir mi cuerpo en tu cuerpo cuando
hablás sobre la historia.
Romance, herencia.
Amar violentamente es amar violentamente.
Vivo amando revoluciones.
La necesidad de vivir eternamente en la utopía.
Aquel lugar que aún no se revela.
Creer que mi cuerpo atraviesa la revolución de
la tierra roja,
En Misiones, los cuerpos transpiran.
En la selva los cuerpos se aman, en la tierra
roja.
En el Chuy los cuerpos trafican drogas en los
cuerpos.
Drogas para no amar.
Trafican y venden caminos para que escape,
El
revolucionario que debe huir.
Que debe huir de su tierra, de su historia.
Pero la tierra y la historia van con él a donde
quiera que esté.
La tierra, la mujer y la historia van con él.
Como la revolución, eso que aún no sucedió pero
que está latente.
Hombre de militancia, montonero, hombre del
cual escribo.
Que escapa porque es perseguido.
Perseguido por la historia.
Y sube hasta el mato en centro de Brasil,
Escondido transpira, suda historia, extraño
cuerpo.
Pasa años en el mato, ardiendo.
Mientras, en alguna secuencia del tiempo,
Te encuentra mi ficción y te saca de ahí.
Recupera el exilio, el lugar del exiliado, los
caminos rojos, calientes de Sudamérica.
Y vuelve el montonero a buscar a su mujer.
A la mujer y al cuerpo.
A la mujer, al cuerpo y a la historia.
A la mujer, al cuerpo, a la historia y al
verso.
A la mujer, al cuerpo, a la historia, al verso
y a la utopía.
A la mujer, al cuerpo, a la historia, al verso,
a la utopía y a su sangre.
A la mujer, al cuerpo, a la historia, al verso,
a la utopía, a su sangre y al lenguaje de los cuerpos.
A la mujer, al cuerpo, a la historia, al verso,
a la utopía, a la sangre, al lenguaje de los cuerpos, y al camino.
A la mujer, al cuerpo, a la historia, al verso,
a la utopía, a la sangre, al lenguaje de los cuerpos, al camino y al amor.
A la mujer, al cuerpo, a la historia, al verso,
a la utopía, a la sangre, al lenguaje de los cuerpos, al camino, al amor y a la
revolución.
Y encuentra todo, hipnotizado.
Hechizado por la hipnosis de la nueva situación
histórica.
Las mariposas del mariposario son mariposas
cazadas por un cazador.
Deben esconder sus revoluciones diarias para no
morir en las aceleraciones de sus vuelos.
Mariposas eléctricas, domesticadas, visibles,
de zoológico quieto.
Y esas mariposas salvajes, que me dominan, que
me dan naturaleza, ¿a dónde están?
Vivo esperando que me liberen de este
mariposario falso,
Construido para que habitemos sin identificar los rasgos falsos de la
organización de las mariposas.
Ellas vuelan, todo el día, toda la noche.
Vuelan de un lado a otro, enloqueciéndose,
atrapadas en una injuria.
La injuria de mostrarlas como mercancía tras un
vidrio transparente.
La injuria de encerrarlas como prisioneras
premio de sacerdotes y liberales.
La belleza nítida quebrada por la belleza
inyectada, belleza mutilada.
La belleza originaria raptada por la
indulgencia de alguna dama bien de la sociedad patricia de La Rioja.
Un falso mariposario, creado para la conquista.
Y mi vuelo condicionado, redirigido, apropiado,
por la mirada de los otros.
La mirada del enemigo que acecha a la historia
su bien más preciado.
Mi cuerpo dado, entregado, tuyo.
Mis hijos tuyos.
Mis alas tuyas.
Mariposario imitado, robado, digitalizado.
Montonero, ¿a dónde estaban tus brazos para
abrazarme, que anoche no pude dormir?
¿A dónde estaban tus brazos anoche para
abrazarme que anoche mi cuerpo pedía tu cuerpo y no había nadie allí?
El sueño, dentro mío, el sueño dentro tuyo
agitaba mi pensamiento y agitaba mis alas.
El cuerpo de la mujer que entrega su cuerpo.
El texto del cuerpo en la piel ardiendo en tu
piel ardiendo.
Te entrega su lucha para sumarla a tu lucha.
Incendios, necesidad de amar.
Mi cuerpo necesita entregarse a tu cuerpo.
Porque tu cuerpo me habita en el aire.
Antes de dormir, te imagino, te pienso.
Pienso en vos.
Pienso en el lugar que no existe aún para
nosotros.
Nuestros vuelos se desatan en el aire cálido.
Las fronteras de mi cuerpo se cruzan con las de
mi pensamiento, y ahí te veo.
Te miro durante horas,
Paso horas estudiándote.
Entrego mi tiempo real al tiempo ideal para
acercarme.
No hay presencias infinitas, sugiero que
pensemos en entregarnos los dos.
El mariposario ideal, el de las idealizaciones.
Aire cálido de La Pampa.
Las mariposas rugiendo, avisándonos que nos
persiguen.
Que ellos están ahí.
Mariposas, tigres del aire.
Leo los oráculos del aire en tus alas.
Un pueblo amado, unido, rugiendo.
Montonero, le dicen, “buscá a tu mujer, que no
quiso entregarse y van a buscarla”.
Mi cuerpo, es tuyo.
Mi pensamiento, es tuyo.
Mi liberación, es tuya.
De nadie más.
Buscan mis vuelos porque quieren atraparte,
montonero.
Buscan mi cuerpo porque quieren tomarlo, para
atraparte, montonero.
Quieren mi cuerpo para hacerlo civilizado,
mariposa domesticada, quieta, perfecta,
ideal.
Y mi cuerpo es tuyo, salvaje, tuyo.
Tu pensamiento me calma, tu mirar, tus manos.
No puedo respirar si no es en la historia.
Imposible respiración, aire, mariposa.
Me entrego todos los días a tus días,
montonero.
Vivo de ese amor, violento, humano.
Vivo de esa entrega, mi propia revolución.
Todos los días, minutos, segundos.
Qué importa la duración del encuentro,
El amor no dura sino en la sucesión de
encuentros.
No hay lugar, dijiste.
No hay lugar para nosotros.
Aún, no.
¿Y cómo es que no lo hay si no encuentro tiempo
para todo lo demás?
Mi cuerpo te necesita, tiembla.
Temblores, taquicardia.
Insomnio.
Nos dan pastillas para dormir en soledad.
Estados ilusorios del sexo, sexo abierto,
prometido.
Mi útero es la promesa de la historia.
Vienen a buscarme para entregar mi cuerpo al
enemigo.
Y soy tu mujer.
Y mi cuerpo se revela.
No acepta condiciones, no se entrega a otros
cuerpos.
Imagino nuestro encuentro, en el aire, la
selva, el mariposario salvaje.
No pueden violar mi mente, estás en mi
imaginación, allí te encuentro.
Intentan penetrar, infiltrarse, educarme,
disciplinarme, silenciarme.
No pueden imaginar lo que existe en mi mente,
allí te veo, montonero.
Todos los días, mi amor, todas las noches.
Y la música… todavía no conté que estamos en la
música.
Un tango de Piazzola que me envuelve.
Me cubre.
¿Dónde están tus brazos?
Mi cuerpo necesita tu abrazo.
Todavía no conté, porque no hablé, y me buscan
para hablar.
Miro en silencio las espaldas de los hombres
que trabajan en las fábricas.
Miro en silencio los brazos de los hombres que
trabajan en las calles.
Musculosos, obreros, albañiles.
Miro en silencio a sus mujeres.
Cuerpos entregados, sinuosos, latinos.
Que caminan por la calle mirándose entre ellas.
Con sus hijos detrás.
Criaturas reales, mariposas en la tierra,
mariposas de tierra.
Mi cuerpo da forma y contenido a la súplica,
liberen a mi marido, ruegan.
Liberen a mis hijos de sus jaulas, maderas
presas.
No tolero no tenerte, montonero.
No soporta mi cuerpo estar sin tu cuerpo.
El mundo intelectual, civilizado, no me
pertenece.
No pertenezco a la idea de la revolución.
Pertenezco a la revolución, directamente.
Liberen a mi marido de las luchas ajenas.
Liberen a mi marido de las ideas de otros.
No es ese nuestro lugar.
Nuestro lugar es el aire.
Impregnancia, apareamiento, danza.
Partículas del aire que respiro.
Inspiro, inspiro.
Soy inspiración.
Tampoco hablé de la utopía.
Tampoco hablé aunque mi cuerpo fue golpeado
para que hable.
No dije que nos encontramos en la utopía y
hacemos el amor.
No pueden encontrarnos en el mismo espacio.
No hay lugar, dijiste, para nosotros dos.
El camino del Altiplano, con las mujeres
mascando coca, sembrando hijos.
Pequeños Intis, ofrendas de los dioses, allá en
los volcanes, allá en el norte.
Somos maestros enseñando nuestro cuerpo humano
a lo humano.
Desnudos, carnales, somos sangre.
El hombre civilizado no comprende mis
reacciones.
Soy pasión apasionada.
Soy madre, soy sexo.
Y el hombre civilizado pretende dominar mi
mente, mi intelecto.
Somos animales de alas amplias, sonoras.
Cuando te amo, me entrego.
Mariposario real, el de las reinas y diosas.
Que protegen a sus hijos y protegen a sus
hombres.
Mi cuerpo late, mi cuerpo late, mi cuerpo late.
Late el ala de la mariposa cruel.
Mariposa embalsamada, premio de un español o de
un inglés.
Colección de mariposas cazadas que hablaron
porque sus cuerpos no resistieron los embates de los otros.
Les destrozaron las alas, las pusieron
prisioneras.
Prisión mental, mariposario falso.
Alma negra la mía, en mi cuerpo pálido, y no
descubrieron, no, montonero.
Que mi cuerpo y el tuyo ya están unidos,
casados, juntos.
Que me estás dando tu líquido y yo te doy mi
sangre.
Temo que haya heridos, dijiste.
Los hay, los habrá, si las mariposas no vuelan.
Si las mariposas no vuelan, habrá heridos,
habrá muerte.
No poseo el control del tiempo.
No poseo el control sobre el espacio.
Sé, que la mariposa es leal a su instinto.
Se pasea, maravillosa, por el cielo real.
Habrá heridos, si las mariposas no encuentran
su vuelo.
Habrá heridos, si les negamos su lugar.
Hagámoslo, abracémonos en el aire.
Bailemos, mariposas, en el aire.
Frente a todos.
Frente a los conquistadores ciegos,
conquistadores sordos.
Vivo en el rugir de las alas del aire.
Amo, montonero, tu cuerpo astral.
Tu cuerpo histórico, tu lucha densa,
Tormentoso cielo gris, el viento.
Mariposario, ficcionario.
Nuestro lugar en algún texto, me convierto.
Soy mariposa de ficción, anotación al margen de
la historia oficial.
Esa mariposa que existe y que no tiene lugar en
el centro del relato.
No es argumento, no es elemento.
No hace a la universalidad.
Mariposa ficcionaria.
A la que nadie le teme.
Es la mariposa que siempre está,
La que parece no tener sentido en el texto.
La ficción animal.
Y es de los servicios secretos de los dioses.
La que es mensaje y escribe, montonero.
Esa que no se ve, que no se tiene en cuenta, es
la que escribe tu historia real.
La real, y la ficcional.
Estás en mi escritura,
Estás en mi texto,
Estás en la música,
Estás en la utopía,
En la revolución,
En los hombres,
Estás en los rugidos,
En los vuelos,
Estás en mi cuerpo,
En mi hijo,
En mi ficción.
Dijiste que no había lugar para nosotros, y
¿qué lugar es todo esto?
¿A donde estabas anoche, mi amor, que no pude
bajar de mi vuelo?
Hace días que no duermo, prisionera de eros.
Nada me calma.
Es enfermo.
Mi cuerpo ama tu sueño y es enfermo.
Tengo marcas en la piel, cicatrices.
Mariposa vieja, de vuelos altos y vuelos bajos,
sedosa.
Dejé mis huevos escondidos en los árboles
altos.
Tan altos que se enredan.
Cúpulas de poder salvaje.
Cópulas del poder real.
Podemos escondernos en los árboles y desde allí
dominar la luz y la sombra.
Paso a paso, el sonido de la selva que relato
tiene volumen, los otros escuchan.
Soñé con vos.
El cuerpo no amado padece el amor.
La ansiedad del encuentro en un futuro.
Futuro, lugar del insomnio.
Nunca llega, el futuro, mi amor.
Nos dan drogas, a las mariposas cazadas, para
que hablemos bien de quien nos caza.
Drogas para hablar bien y para pensar bien.
La infiltración de lo extraño en mi cuerpo, mi
amor, tampoco te revela, no nos delata.
Puedo soportarlo, mariposa de mundos exóticos,
de universos literarios.
Liberame, fantasía, liberame en la ficción.
Soy acción y reacción.
Resistencia y principio.
Los cuerpos atraídos como imanes por esa
historia que tienen en común.
La memoria en el recuerdo de esos hechos
comunes.
La historia común, el lenguaje.
Expresada en arte, en locura, en vuelos.
La bebida y la comida de la última cena juntos.
Tu partida dejó un relámpago.
Conciencia.
Estás en la conciencia de la historia.
Estás arraigado a la tierra.
Mariposa de tierra roja.
Estás en mi pensamiento.
Cuando río, cuando despierto, cuando duermo,
cuando no duermo.
Cuando tu cuerpo me busca en mi fantasía.
Cuando tu cuerpo me posee en mi fantasía.
Mi cuerpo mío es tuyo en mi fantasía.
Y nadie puede sucederte.
Nadie puede robar mi cuerpo y tu cuerpo en mi
fantasía.
Pudieron, intentaron hacerlo en la realidad.
Vos lejos y yo acá, atrapada por ellos.
Sos el cuerpo de la historia.
El sueño entrando en la historia.
El sueño entrando en mi cuerpo.
El sueño forjando tus brazos y tu espalda.
Cuerpo de hombre, fuerza.
Fuerza posesa, montonero en tu campo.
Yo en la cama, haciéndote hombre.
Yo en tu cama, montonero.
Como toda mujer que en la lucha se da a su
hombre.
Como todo hombre que en la lucha encuentra a su
mujer y la hace suya.
Veo los mariposarios que nos inventan,
paisajistas, de mariposas macho sin hembras.
Mariposas macho sin hembras ni hijos.
Mariposas macho que vuelan solas, para que
imitemos ese vuelo individualista y solitario.
Mariposas macho sin su hembra, es menos
peligroso.
Es el relato del cuerpo sin fuerza.
Del hombre al que le robaron a su mujer.
Que lo echaron de su tierra y le robaron a su
mujer.
Imágenes de las mariposas muertas.
Implantan en nuestras visiones mariposas
muertas.
Mariposario, cementerio.
Y yo volé en el norte sur y centro de
Latinoamérica.
Y los mariposarios son lugares de la vida.
Las mariposas levantan los cuerpos muertos, les
dan vida, les dan alas.
Las mariposas, tiburones del aire levantarán tu
cuerpo para curarlo.
Me traerán tu cuerpo volando.
Lo dejarán en mis pies descalzos.
Y te daré color, montonero.
Te daré el color de la utopía que quisieron
ocultarnos.
Te daré el color del cuerpo que te ama, tu
bandera.
Te daré el color de tu hijo que te espera.
Te daré el color de la lucha.
Mi cuerpo mío es tuyo en mi fantasía.
Y nadie puede sucederte.
Nadie puede robar mi cuerpo y tu cuerpo en mi
fantasía.
Pudieron, intentaron hacerlo en la realidad.
Vos lejos y yo acá, atrapada por ellos.
Sos el cuerpo de la historia.
El sueño entrando en la historia.
El sueño entrando en mi cuerpo.
El sueño forjando tus brazos y tu espalda.
Cuerpo de hombre, fuerza.
Fuerza posesa, montonero en tu campo.
Yo en la cama, haciéndote hombre.
Yo en tu cama, montonero.
Como toda mujer que en la lucha se da a su
hombre.
Como todo hombre que en la lucha encuentra a su
mujer y la hace suya.
Veo los mariposarios que nos inventan,
paisajistas, de mariposas macho sin hembras.
Mariposas macho sin hembras ni hijos.
Mariposas macho que vuelan solas, para que
imitemos ese vuelo individualista y solitario.
Mariposas macho sin su hembra, es menos
peligroso.
Es el relato del cuerpo sin fuerza.
Del hombre al que le robaron a su mujer.
Que lo echaron de su tierra y le robaron a su
mujer.
Imágenes de las mariposas muertas.
Implantan en nuestras visiones mariposas
muertas.
Mariposario, cementerio.
Y yo volé en el norte sur y centro de
Latinoamérica.
Y los mariposarios son lugares de la vida.
Las mariposas levantan los cuerpos muertos, les
dan vida, les dan alas.
Las mariposas, tiburones del aire levantarán tu
cuerpo para curarlo.
Me traerán tu cuerpo volando.
Lo dejarán en mis pies descalzos.
Y te daré color, montonero.
La mujer fue robada del lado de su hombre.
Y la mujer fue colocada en la sala de estar,
como un adorno.
En los mariposarios falsos sólo se observan
mariposas macho débiles,
Solos, abstraídos en ideas de otros, ideas de
conquista de lo ajeno.
Y las mariposas hembras sin color, blancas o
negras, puristas.
De la pureza insípida de la concepción de la
conquista.
Conquistadores que buscaban oro y encontraron
mariposas,
Y las cazaron, adornaron sus estantes y nunca
las devolvieron a su tierra.
Mi cuerpo que suspira.
Mi cuerpo que se desvela.
Mi cuerpo que vuela.
Mi cuerpo que danza.
Quiere venganza.
¿A dónde estás por las noches, mi amor, que mi
cuerpo no encuentra tus brazos para calmarme, para devolverme el sueño, para
darme calor?
Ansias.
Impulsos.
Pulso.
Fantasía.
No pudieron entrar en mi fantasía, montonero.
No pudieron tocar mi cuerpo astral.
No pudieron jugar a nuestro juego.
No pudieron robar mi ficción.
No pudieron sacar la revolución de mi cuerpo.
No pudieron encontrarte en mi escritura.
No pudieron leer mi pensamiento.
No pudieron acceder a mi karma.
No pudieron sacarte de mí.
No pudieron arrancarte de mi tierra.
El aire caliente te trae, mi amor.
Me desato todos los días de las ataduras que me
atan.
Mariposas atadas en el mural.
Mariposas, usadas como hebillas de cabello de
la mujer del blanco.
Gusanos.
Gusanos infiltrados en el mariposario real.
Gusanos infiltrados en el mariposario ideal.
Puedo cerrar mis ojos.
Puedo cerrar mis puertas.
Puedo cerrar mi cuerpo.
Berimbau cerrado.
Latido cerrado.
Corazón cerrado.
Pensamiento cerrado.
Imaginación cerrada.
Nadie puede abrirme.
Misterios del cuerpo.
Misterios del agua.
Misterios de la tierra.
Misterios del amor.
Euforia del blanco que cree tenerme.
Euforia del santo que cree poseerme.
Euforia del soldado que cree violarme.
Euforia de la historia que me cree vulnerable.
Mi escritura te oculta y mi ficción te
convierte, montonero.
En una mariposa que vuela conmigo.
Conmigo siempre.
Nadie nos ve como peligro.
Nadie nos anuncia como tormentas y remolinos.
Inconsciencia de la historia, creer que no
somos conciencia.
Dos mariposas ficcionarias en el aire de un
mariposario salvaje,
De ideas, de ideario.
Mariposas, dragones del cielo.
De nuestro imaginario,
Fiesta pagana, la de los cuerpos entregados.
Misa sincrética, la de la mariposa en el aire.
Poseída, mística, religiosa.
Te veo,
Te ataco,
Te intimido,
Te inquieto.
Te poseo.
Mariposas salvajes se encuentran, al fin
salvajes, en el mariposario.
Nuestro lugar, mi amor.
El lugar, el templo, lo deseado, lo esperado.
Y nos decimos cosas hermosas, susurrándonos al
oído,
Mi cuerpo mío, tuyo, mi amor.
Mi sed mía, tuya, mi amor.
Mi historia mía tuya.
Mi cuerpo tuyo mío, mi amor.
Mío tuyo, tuyo tuyo.
Mío mío.
Mío.
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