miércoles, 25 de marzo de 2015

Adriana Mónica Suárez Blas-Argentina/Marzo de 2015



Siempre tú…

La tierra tembló fuertemente y con ella la tumba. Luego del brusco movimiento sobrevino el silencio.
El golpe fue certero haciendo añicos la tapa del ataúd.
 La mano surgió de la tierra como un capullo crispado a punto de florecer en dedos….
El suelo se removió cuando el cuerpo buscó la libertad sin las fronteras  del féretro .El polvo se escurría por sus huesos como sudorosas gotas de tierra…
 No había tiempo. Husmeó el aire buscando huellas de olor y torció la cabeza para oír mejor.
Emprendió la  marcha con un cuerpo que ya había olvidado  gobernar.
Atravesó el silencioso cementerio y la desolada avenida. Las calles  abrían caminos de baldosas  a su desesperado paso…
Subió raudamente la escalera y sus manos esqueléticas abrieron la puerta….
Ella estaba allí, tendida sobre la cama….despidiéndose de la vida con  una soledad llena de dolor y espera….Abrió los ojos, la vió entrar, esbozó una sonrisa mientras que de sus débiles labios se escapó   un… “¡¡¡mamá!!!
El huesudo cuerpo estiró sus descarnadas manos y la abrazó contra su pecho.

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