Bitácora del tren
Volviendo de mi rutina
a caer en lo de siempre
pero algo diferente
de regreso pasaría,
particular ironía
afectaría mi historia
felicidad provisoria
con su tinta escribiría.
Viajaba yo ese día
sentado en el furgón
cuando una mujer se acercó
y fuego me pedía,
le dije que no sabía
si prenderle el cigarro
o explicarle a esos labios
que mi corazón encendía.
Contesto con la sonrisa
y a mi lado se ubicó
cómplice, el tren arrancó
y la charla saco boleto,
me contó vivir en Merlo
que en once trabajaba
yo atento a cada palabra
nunca viaje tan contento.
Con el furgón ya repleto
fuimos rompiendo el hielo
y creí tocar el cielo
cuando me dijo “SOLITA”,
el don Juan que en mi habita
en Flores quería bajarla
para llevarla a la plaza
y deshojar margaritas.
En Liniers entre risa y risa
la rodeé con mis brazos
su pudor ya entregado
ante este ganador,
entre Ramos y Morón
una demora existente;
matemática tengo pendiente
pero de lengua le di lección.
La temperatura aumentó
y sus manos curioseando
por todos lados paseando
abultaba la tensión,
en Castelar conoció
la temple de mis atributos
si en Padua tenia un bulo
la daba la prueba de amor.
Llegando a su estación
le pedí acompañarla
me dijo “no hacia falta”
que el viaje terminó,
desde la ventana me beso
con una promesa pendiente
de verla al día siguiente
y repetir la ocasión.
El tren de apoco se alejo
orgulloso de mi destreza
mientras mi conquista se
aleja
un vacío me lleno,
ella me sonrió
y con la mano que saludaba
mi billetera balanceaba
y un beso me mandó.
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