ESE VINO
Fueron
novios. Allá, cuando ambos compartían la música de Los Fronterizos, el
neorrealismo italiano, el acné, el teatro independiente del SHA y la Plaza
Congreso para gritar por la educación laica. Luego la facultad, el trabajo, otro
abanico de amistades, les fueron ampliando a ambos el mundo, los miedos, las
oportunidades, las dudas. Por eso un día, casi sin querer, tiraron las cartas
que se habían intercambiado y desde entonces han arrojado a la basura más de
cincuenta calendarios.
El
salón de Las Violetas de Rivadavia y Boedo, aquél que miraban desde afuera
tomados de la mano porque no alcanzaba para un té con masas, hoy los recibe
adentro para cenar y les acepta la tarjeta de crédito. Símbolo de gente mayor
que ha crecido económicamente pero que ha perdido en el camino varios amores.
Uno
de ellos precisamente – quizás el primero – es el que intenta reaparecer entre
ese roce de manos, la mirada triste y vieja pero esperanzada y ese vino, ese
vino que como bien dice Neruda en su estatuto, puede que surja…”cantando cantos
de intención nupcial…”.
LUIS, EL PASO DE LOS AÑOS DAN CIERTOS PERMISOS CUANDO, EN REALIDAD, YA SE HA PERDIDO EN EL CAMINO LA FRESCURA INICIAL. ABRAZO
ResponderEliminarMuy lindo tu relato Luis !!
ResponderEliminarbeso Josefina