JUEGO SUCIO
Ramón camina por las calles del
barrio de Chacarita. Ha finalizado su jornada de lavacopas en la pizzería de
Triunvirato y Federico Lacroze.
La cremallera de la campera subida
hasta el cuello, las manos en los bolsillos; silba algo que pretende ser una
canción, cumbia, tango, zamba, lo mismo da. La cuestión es: aguantar el frío de
la noche de julio, darse ánimos en la soledad de la una de la mañana y dejar de
pensar que en la otra vereda de Corrientes está el cementerio. Pero eso no es
asunto suyo. Los de adentro ya no molestan a nadie y los de afuera no están
visibles; porque, como él, sólo se meten en sus propios asuntos.
Cuando llega a la pensión, el toldo
se desprende por efecto de “algo” pesado. Casi tropieza con él y por inercia,
pasa por encima y queda sentado sobre el cuerpo caído. Sí, el cuerpo; porque
reconoce que un sobretodo y un sombrero son prendas de un ser humano. Debe ser uno de los tantos curdas que andan
por aquí. En fin…yo me voy a mi pieza y que cada uno se ocupe de sus asuntos.
En su habitación se prepara para
dormir que buena falta le hace. Mientras se cepilla los dientes, se mira al
espejo. Estoy harto de borrachos, en la
pizzería, en la calle. Pero… no tenía olor a vino o algo así. Y…si estaba
muerto y alguien me vio pasar por encima de él… podría pensar que yo lo maté.
Se asoma por la ventana y ve que aun
permanece en la vereda. No se ha movido. Los borrachos siempre se
revuelven. Debería llamar al 911. Naa… mejor me meto en mis asuntos, no, en lo
que no me importa. No es cosa mía si lo han matado o se suicidó.
Apaga la luz, se acuesta bien
arropado; pero… no puede dormir. La gota de la canilla de la cocina lo desvela.
No puede dejar de pensar en el cadáver de la calle.
Entre vueltas y vueltas decide
levantarse, se acerca a la ventana, comprueba con horror que aun está ahí, en
la misma postura. Parece que lo tiraron
por una ventana. ¡Por esta ventana! E… está justo debajo. Decide encender
la luz, tropieza con varios muebles. Si
pasó algo mientras yo no estaba?… Si la poli encuentra algo en mi habitación?…
¡Me encanan!...Aaaaay. De suerte pulsa la tecla de la luz, todo está por el
suelo. Busca sangre, encuentra café, azúcar, yerba, la silla… Tengo que calmarme… yo no lo maté…
¿y por qué me preocupo?... Pavadas….
Apaga la luz, regresa a la cama,
suena el teléfono, vuelve el pánico. ¡Hooola!
Nene, son las dos de la mañana, sacá a los
borrachos de tu pieza o llamo a la cana! ¿Qué están haciendo? Matar a
alguien?...
Cree que he matado a alguien… Encontrarán el cadáver del difunto debajo
de mi ventana… No hay prueba; pero el vecino me acusará… Estoy jodido! Me voy a
librar del cuerpo.
Con forzada soltura, pero con
sigilo, abre la puerta; el goteo de la canilla le martilla la cabeza.
En puntas de pie va bajando la
escalera. En el fondo del pasillo dos hombres dialogan.
-. ¿Lo ves?
-.Ahá.
-. ¿Cuál era?
-. En número veintisiete.
-. Echaré un vistazo, quedate ahí y
no dejés que salga nadie hasta que revise todos los pisos.
Ramón queda helado. Soné…me atraparon… Uno de los hombres se
acerca a la escalera. Ramón se enreda en sus chinelas, descalzo, regresa a su
habitación, cierra la puerta, se apoya sobre ella. Me vieron con el tomuer…sólo tengo una salida… y se arroja por la
ventana cayendo sobre el “cadáver”.
Uno de los perseguidores levanta el
cuerpo del presunto muerto. -.Encontré al veintisiete. Mil veces dije que no
hay que apoyar los muñecos contra la pared.
El otro, encuentra el cuerpo de
Ramón.-. Hay un tipo tirado en la vereda, hay que llamar a la poli.
El primero ha colocado al muñeco de
pie, le arregla la ropa y responde: -. Ni hablar, mejor ocupate de lo tuyo que
mañana inauguramos el local de venta de ropa. Nada de problemas, es lo que digo
siempre.
Una hora después, Ramón, semi
insconciente, yace en una cama del hospital Pirovano.
Los policías que lo rodean escuchan
el parte médico. Se recuperará, tiene una conmoción, podrá hablar en un par de horas.
El jefe del grupo pregunta:-. ¿Quién
lo encontró? Uno de los agentes responde: -. Yo, señor. Me huele a juego sucio.
Propongo hacer una investigación.
-. Bien, encárguese.
Otro miembro de la Ley, comenta:-. Le costará
trabajo, la gente prefiere meterse en sus propios asuntos.
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