domingo, 21 de junio de 2015

Maximiliano Javier Riera-Argentina/Junio de 2015



Elegía sin nombre

como un cuadro viejo que ya nadie mira
él murió
como un ahogo
como algo simple y rutinario
murió de nombre, de sabor, murió del tiempo
con una muerte casi liviana y oscura...
Y a mí
figura angosta y desierta
me toca jugar el juego de estar vivo
mientras lo frágil recorre su cuerpo
Yo debo jugar con palabras invisibles y redondas,
con las frases torpes e inútiles
sin memoria suficiente para recordar todas las muertes o la muerte toda
Pero no puedo
Su indescifrable silencio rompe mi niñez
su silencio nuevo y adulto, de cosa sin marcar
(es el primer silencio de su vida, el primer silencio de su muerte, después vendrán otros silencios, silencios fríos, silencios enormes y buenos, pero el de ahora es un silencio tan áspero y tan pequeño que aún tiene palabra)
Él murió
como un cuadro viejo que ya nadie mira
Y yo
cuerpo sin promesa, instrumento del tiempo y de la ausencia
Aquí
de este lado de la memoria
de este lado del frío
escribo muerte como un pájaro helado
escribo muerte como un idiota que repite lo que no aprendió nunca
y nunca aprenderá
Escribo muerte y muerte toda y los ojos se llenan de ceniza
y él y ellos y nadie responde
¿Qué hago ahora yo con esta muerte encima,
con esta muerte sumada?
¿Qué hago ahora aquí?
Ya no sé si quiero recordarlo
que se vaya tal vez para siempre... 
Los días nublados pasan  
no piden nada
y sus ojos
pierden
lentamente
                                                   el pánico.

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