UNA PÁGINA DE MI DIARIO DE VIDA
¿Nace el hombre para sufrir? ¿Maneja el destino su
vid ? ¿Puede el hombre cambiar su sino?
¡Eh ahí, tres incógnitas del homo sapiens!
Querido diario: Una vez
más deposito mi corazón en tus blancas páginas. Sé que guardarás mis
sentimientos de hombre ya maduro que sufre por un amor imposible. Eres
silencioso, recatado, leal, confío en ti…
Es una tarde de mayo,
tenues rayos de sol profanan el cúmulo de blancas nubes galopantes en el cielo viñamarino, impulsadas por el viento
del norte.
Subo el cuello de mi gabán
para proteger mis orejas. De pronto la veo. Es ella la que he soñado tantos
años: hermosa, de finas líneas. Salta de gozo mi corazón, mis manos tiemblan,
se humedecen, las pupilas se dilatan, el mundo se detiene…
Desde entonces sólo vivo
para ella. La amo cada vez más. La deseo, quiero apretarla entre mis piernas,
poseerla, poseerla. ¡Viajar!, viajar mucho, descubrir otras civilizaciones,
otras costumbres, otros países…, con ella…
Pero la vida es imposible;
soy casado, tengo hijos. Amo a mi mujer. Sin embargo, ella penetra en mi vida
cada vez más. Me imagino que voy por la ciudad de Londres en los instantes que
una espesa niebla mana del Támesis y se arrastra por sus calles donde las
personas parecen fantasmas recortados. Por las noches, durmiendo junto a mi
esposa lloro en silencio mojando la almohada. Un día me dijo: -Alfonso, sentí que anoche sollozabas, debí
cambiar la almohada, estaba humedecida. - Fue una pesadilla, soñé que
morías. La soledad comprimía mi pecho, por eso lloraba. Mentí sin
compasión. Es ella, que se adueña de mi vida, me persigue en el sueño, en la
vigilia, en el trabajo, donde quiera que vaya…
¿Qué puedo hacer, amigo
mío, para estar con ella y saciar este deseo que me consume?
Con Alicia, mi esposa,
poseemos un departamento que rentamos. Ese ingreso aumenta el sueldo de
jubilado permitiéndonos solventar los gastos dejando un pequeño remanente. He
decidido venderlo, quiero irme definitivamente con ella, vivir con ella, ser
parte de ella. Este amor, esta atracción es tan fuerte, que creo morir si no me
pertenece.
Se lo planteo a mi mujer.
-¡Estás loco! Enamorado a los 73 años ¿no te da vergüenza? ¿Qué dirán tus
hijos, tus nietos, tus amigos? - ¡Me
importa un rábano! - Respondí. Me encerré en mi pieza como niño mal criado.
A las dos horas Alicia golpea la puerta: -Alfonso,
abre, quiero hablar contigo…- se sentó a mi lado. - Mira, tenemos 50 años de matrimonio. He perdonado otras fechorías que
has cometido pero, ésta se pasa de la raya. Hablé con los hijos, manifiestan
que eres un torpe, que ella te va a matar pero...! Te dejaremos con tu
capricho! Esta bien, sabes que te amo, vende el departamento, vete con ella,
recorre el mundo como dices, sé feliz… - salió del dormitorio.
Tomé la escritura de la
propiedad, llegué a la notaria, el notario es mi amigo, le ofrecí el
departamento, aceptó. - Vuelve mañana,
tendré la documentación redactada. Podrás cobrar el cheque pasado mañana…-
Fui donde ella: - Querida, todo resuelto.
Saldremos de viaje el próximo sábado. Volví a mi casa, arreglé mi maleta,
dejé todo listo para abandonar el hogar.
Dispuesto a firmar la
compraventa llegué puntual a la notaría. Tomé el lápiz para firmar pero, una
extraña fuerza detuvo mi mano. A mi memoria volvieron las palabras de Alicia: “50 años de matrimonio, te he perdonado otras
fechorías, pero te amo. Ve, sé feliz…”. Reflexioné un instante. ¿Puedo
fallarle así a esta mujer, a la madre de mis hijos? Dejé el lápiz sobre los
documentos, y salí. Ya en la calle me dije: Sencillamente
¡no compro esta motocicleta!
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