MADRE
Te encuentro en mis sueños
sin
rostro, sin sombra.
Pierdo el
sonido de tus pasos.
¡Te añoro
vieja encina!
Aunque no
puedas enjugar mis lágrimas
necesito
apoyarme en tu tronco sólido.
Necesito
nutrirme de tu savia,
de tu recuerdo
adorado.
En este
momento…
veo tu
esencia en la memoria,
logro
percibir ese soplo de amor,
la
suavidad de tu presencia,
tu manto
protector.
Y en un
sólo suspiro, te ruego.
¡Abrázame,
madre!
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