viernes, 21 de octubre de 2016

Luis Tulio Siburu-Argentina/Octubre de 2016



Simulacro de prólogo de un libro propio                          

“Los hechos y protagonistas de esta película son imaginarios. La coincidencia con la realidad es mera casualidad”. Palabras más, palabras menos, esta frase aparece – salvo raras excepciones -  en las producciones cinematográficas.
Dos oraciones simplemente informativas, pero que indican la existencia de una obra artística, plausible de ser disfrutada o no por cientos de espectadores, pero que al menos da la posibilidad a un ser humano de expresar sus sentimientos y opiniones ante sus pares.
En una infancia donde jamás faltaron “los miércoles tres estrenos tres”, mi sueño de butaca en oscuridad y con garrapiñada en mano, era hacer mi propia obra, pero no en cinematografía sino en forma de libro, dado que la supuesta habilidad me alcanzaba para escribir, sin incluir creatividad y tecnología de fotos secuenciales, luces y filmación.
No olvidé nunca la repetida expresión del comienzo. Y además muestra uno de mis defectos de esa época. Me gustaba más el cine que la lectura, aunque eso no quiere decir que haya dejado de lado a Salgari, Cané, Güiraldes, Zola, Hemingway y Verne.
De aquellas jornadas del vaquero John, la hermosa Rita y el enigmático Gary hasta hoy, han pasado más de sesenta años y recién ahora me doy el gusto.
Es más, ni siquiera he podido armar una historia y me he conformado con misceláneas que mezclan poesía con relatos, y de casualidad algún cuento corto.
Están detrás de éste prólogo, para que ustedes las lean en algún momento. No puedo prometer pureza, pero sí estilo. Por sobre todo aseguro sencillez y autenticidad. Podría asumir ficción, aunque no descarto que escondida en ella, haya mucho de autobiografía.
Dos pequeños detalles. Uno. Siempre encontrarán una fecha al lado del título del relato. Es para que se sitúen en el contexto externo o delirio interno que estaba viviendo en el momento que lo escribí. Dos. Los personajes pueden ser reales o ideales, hay de ambos. Y el sujeto principal puedo ser yo, mi otro yo, o un ser de carne y hueso  que estaba en oferta en el super o en el shopping, los días en que ofrecen la creatividad a razón de 2x1 o el segundo producto similar al 50%, que sería algo así como un relato sin terminar. Ojo, que si hacen la sumas y restas de lo que compraron y lo comparan con el chino de la esquina, se darán cuenta que en verdad las ofertas son un verdadero “relato”. Mejores y más rentables que los míos. 
Por coincidir con lo que expreso en todo lo anterior, siempre recuerdo algo que leí en el 2001 en el nro. 621 de la Revista Cuadernos Hispanoamericanos. Era un reportaje a Edgardo Cozarinzky y el escritor, cineasta y dramaturgo argentino decía…”…Yo uso la primera persona, o referencias autobiográficas, no porque considere que es más importante, sino simplemente porque ésas son las cosas de las que puedo hablar. Yo no voy a decir el mundo es así; voy a decir en determinado momento el mundo me pareció de esta manera, o me golpeó de esta manera. Me perdí en el mundo de esta manera. De esto tengo autoridad para hablar, estoy hablando desde el llano de mi experiencia personal…”
Este libro es un intento de decir algo. De disfrazar la realidad con humor y drama. De apostar a cambiar algunas cosas, aceptar otras, convivir con la mayoría de nuestra parecidas vivencias. En definitiva, comunicarme con ustedes en primera o tercera persona, aunque el diálogo a través del papel sea sólo unilateral. Ojalá vuestra lectura lo convierta en conversación.
Gracias por haber ido más allá de la tapa. LTS.

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