Despedida
Suenan las flautas y
los jóvenes bailan,
muchos partirán
mañana al Peloponeso.
Tu rostro miro una
vez más
Mientras tus blancas
manos
Llenan mi dorada
copa.
Por un instante mi
mente bulle
Con violentas imágenes
Rebosantes de corazas
doradas
Y capas escarlatas.
me sereno
y Me hundo en tu mirada
Ojos negros que me
invitan
Sugieren una dulce
despedida.
No dudamos un
instante
Nuestros labios
rebosantes de vino dulce
Mi cuerpo moreno y
curtido por el sol
Tu piel suave y
brillante cuál ofrenda intocable
Los Dioses fueron
testigos de nuestra dicha
Nada más importó
salvo el dulce aroma de tu piel.
Duro fue decirte
adiós
Todo cuestioné por
una noche a tu lado
Dioses y hombres
asesinos de nuestra historia.
Madera y bronce son
mi vida ahora
Busco tu rostro entre
la multitud
Ancianos, niños y
enfermos
Nada que endulce mi
partida.
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