El amor
anida en mis manos
como un día
claro y virgen
mi corazón
en plenilunio
ha mirado
la tarde transparente
y alcanzo
a llamarme
por mi nombre.
Reconozco
el relámpago
de sellar
puertas
con nuevo
lenguaje.
Y late
y tiñe de
rojo
-me invade
por el centro de mis ansias-
y el oleaje
que sacude mi corazón
me deja sin
preguntas.
Soy
como una
rosa que se abre
sin
disfraces.
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