Entrevista realizada por
Miguel Moreno Duhamel a través del correo electrónico a Rolando Revagliatti y
difundida en http://www.poesia.cl – Revista “Lakúma-Pusáki”, de Chile, en
agosto 2009.
1: ¿Quiénes fueron tus padres, Rolando, y cómo
recuerdas tu infancia?
Mi padre, al
momento de mi concepción, era un viajante, productor de seguros de
capitalización y ahorro, que habiendo crecido en la pobreza y el maltrato, en
los alrededores de la ciudad de Buenos Aires y con escolaridad interrumpida en
cuarto grado, recorría toda la Argentina con una mujer, mi madre, que habiendo
pertenecido hasta sus quince años a la pequeña burguesía, debió abandonar la
escuela secundaria y ponerse a trabajar debido al fallecimiento del padre, de
profesión contador público y único sostén de la numerosa familia. El que
devendría en mi padre ya estaba casado con otra mujer y separado de ella. Así,
mi soltera futura madre y mi padre viajaron juntos durante unos cuatro años
hasta que nazco yo y en medio de un gran trajín logran establecerse en la, por
entonces llamada, Capital Federal. A mi infancia la recuerdo como tortuosa en
algunos aspectos y entretenida en otros.
2: ¿En qué momento comenzó en ti el afán por el
arte?
El afán, desde
que tengo memoria. Desde mi vinculación con la radio, desde mi atracción por
todo lo que de ella provenía, desde mi proclividad por imitar a los locutores y
a los cantores, desde mi inquietud por llegar a ser algún día uno de esos
actores de radioteatro.
3: Rolando, eres actor, poeta, narrador,
periodista y gestor cultural. ¿Con cuál de estas actividades te sientes más
cómodo y por qué?
Soy actor en el
sentido de que tengo una sólida formación actoral y he trabajado en teatro y
cine durante unos pocos años en la década del setenta y alguna que otra cosa en
los ochentas. Soy poeta sólo cuando es otro el que determina que lo soy. Y
cuando estoy imbuido en la construcción de un texto de factura poética. Soy
escritor, sí, uno que ha incursionado en la narrativa breve y en la
dramaturgia. Definitivamente no he sido ni soy periodista. Así como no soy
ensayista ni articulista ni prologuista. Soy un gestor cultural —aunque desde
este año, por motivos familiares, he suspendido mi actividad específica de
organizador de y en cafés literarios y afines—. Soy coordinador de talleres de
escritura y en esa función cabría asentar que me siento cómodo. Pero, no menos
que en todo aquello a lo que me aboco. Añadiría que donde me siento más
“reunido” es en mi condición de recitador (decidor, intérprete, trasmisor
público de textos propios y ajenos).
4: Fuiste corresponsal de la revista chilena
“Orfeo”. Háblanos un poco de eso y de tu encuentro con Jorge Teillier. ¿Qué
opinión tienes de él y del Larismo?
Era yo
jovencísimo cuando, no Teillier sino el co-director, Jorge Vélez, tras publicar
un poema de mi autoría en “Orfeo”, esa inolvidable revista de poesía, me
propone la corresponsalía en la Argentina. Jorge Teillier, qué duda nos cabe a
vos, a mí y a tantos otros, es un “grosso” (porteñismo laudatorio). En cuanto
al Larismo, en su momento estuve muy atento a sus manifestaciones.
5: ¿Cómo defines tu poesía? ¿La encajas en algún
movimiento o generación literaria?
Mi producción
poética tiene diversas vertientes. No defino mi poesía porque no quedaría
conforme con lo que llegaría a pergeñar. Ni la encajo en movimiento o
generación literaria porque “se me va vertiendo diversamente”.
6: Tu sitio web lo considero muy completo y de
calidad. ¿Qué te llevó a entregar gratis tus obras a través de ella?
Me complace,
desde luego, saber que valorás mi Sitio de autor. Tal vez el más amplio en su
categoría. Cientos de fotografías de escritores, en sus correspondientes
Galerías, con los datos respectivos y la posibilidad de ampliarlas, decenas de
verdaderas ediciones electrónicas, en más de un formato, así como MP3, todo
ello disponible sin autorización previa. Videos de cuya producción soy
responsable, reseñas de ciclos literarios, enlaces, información. La gratuidad a
la que aludís la considero concordante a mi interés principal: la difusión.
7: ¿Qué piensas de la creación literaria actual en
tu país?
Es abundante
(como siempre lo ha sido). Y como siempre, abunda la creación y abunda lo que
de “creación” no tiene nada. Soy conciente, claro, de que lo que afirmo es una
generalidad y aplicable no sólo a la Argentina.
8: ¿Cómo construyes un poema?
Atendiendo a lo
que me provoca, Miguel. A lo que me provoca por encantamiento o por asco y por
desesperanza. Pretendiendo aprehender lo que me retumba. Y consolidándolo en un
texto: pretendiendo la consolidación.
9: ¿Qué valor le das a la poesía? Es decir: ¿la
poesía sirve de algo?
Estimo lo
intrínseco, lo inefable, lo que es difícil de dar y de servir. Sirve porque no
te sirve al modo de lo que en la vida cotidiana te sirve.
10: Por favor, recomienda algunos libros que
consideres imprescindibles.
“Dime a quién le
recomiendo y te diré qué habré de recomendar.” Eludiendo los consabidos grandes
nombres (marcas) internacionales, y canjeando tu proposición por una moderada,
circunscripta, como si nos encontráramos vos y yo en un bar de mi ciudad o de
la tuya y me pidieras que te sugiriera nombres de poetas argentinos vivos a los
cuales rastrear por la Internet, y entonces yo improvisara “a la rápida”, como
ahora haré a sabiendas de que dejaré de nombrarte a muchísimos talentosos, y
eludiendo también a quienes, con seguridad, ya he recomendado a través de otros
Sitios y Revistas, “te tiro” estos autores: Susana Szwarc, Carmen Bruna, Isaías
Garde, María del Carmen Colombo, María Cristina Aparicio, Patricia Boero, Juan
García Gayo, Alejandro Drewes, Liliana Celiz, Jorge Paolantonio, Carlos Eduardo
Gallegos, Patricia Damiano, Claudia Schvartz, Eduardo Dalter, Daniel Horacio
Grad, Carlos Alberto Roldán, Santiago Sylvester, Héctor Urruspuru, Alberto
Boco, Adriana Barrandeguy, María del Carmen Suárez, Cristina Villanueva. Hasta
acá: veintidós. Dos equipos de once.
11: ¿Cuál de tus obras es la que te ha dado mayor
satisfacción?
Las
satisfacciones provienen de coyunturas. No hay una obra de la que yo conserve
un registro de satisfacción predominante. Evocar la aparición de algunos de mis
poemarios —“Obras completas en verso hasta acá”, “De mi mayor estigma (si mal
no me equivoco):”, “Trompifai”, “Desecho e izquierdo”, “Ardua”, “Propaga”,
“Corona de calor”—, me conecta con satisfacciones troncales. Los otros, los que
no nombro, con satisfacciones colaterales. Están, además, los volúmenes de
narrativa y el de dramaturgia, y están las antologías. Y están, incluyámoslos,
los poemarios que se mantienen inéditos y que me satisfacen bulléndome, como a
cualquier ansioso embarazado: “Ojalá que te pise un tranvía llamado Deseo”,
“Infamélica”, “Habría de abrir”, “Viene junto con”.
12: Finalmente tienes tribuna abierta para decir
lo que quieras a los lectores de Lakúma-Pusáki.
Tribuna Abierta,
compañero, a un tipo como yo,
lo cierra. O lo
amedrenta.
Y aquí,
encriptado, a los lectores
de tu excelente
Revista, les digo más
así, confesando,
que si les dijera
lo que les diría un tipo
que no fuese tan
como yo soy acaparando
la chance Abierta
de hacer uso
de la Tribuna.
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