LOS AMANTES
Tendidos en el verde césped, cercano al río,
contemplábamos los árboles. El roce de las ramas provocado por el suave soplo del viento, nos pareció igual a las
caricias prodigadas por amantes.
El sonoro cántico del arroyo al
arrastrar piedras por su cauce, nos tenía arrobados. Nuestras mentes, corazón,
alma, y espíritu, estaban disfrutando el momento. Nuestros labios se rozaron
tiernamente. El mundo dejó de girar sobre su eje. Nuestros cuerpos buscándose,
se encontraron, se disfrutaron…
Entonces el arroyo silenció su murmullo. Estáticas quedaron
las ramas de la flora ante el grito de placer de la bella y luminosa amante.
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