Como cada fin de mes
Como cada fin de mes, iniciaban la tarde,
distantes, en un hotel cualquiera, haciéndose memoria en los deseos de otros
cuerpos, siempre desconocidos y ajenos.
Después, ya casi noche, saboreando un té amargo, se
platicaban lo que en otros ojos observaron y lo que en otras bocas bebieron y
sintieron.
Y así, sonriendo, con el odio escurriendo entre sus
labios, de vez en vez acomodaban sus viejos sentimientos, sólo para terminar
antes del sueño, como amantes que juegan a nunca tocarse y se viven... en una
noche interminable de reproches.
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