BELLEZA
Aquella
palabra, ese sustantivo abstracto llamado "la belleza", fue
cambiando, remitiendo a diferentes cosas. Cada tiempo el concepto de belleza
varió.
En
el Medio Evo, tomando la filosofía platónica, la belleza era espiritual y la
carne estaba condenada a corromperse.
En el Renacimiento, este concepto se invierte
y se retoma el concepto de belleza de la Antigüedad Clásica de los griegos y
los romanos. Esto se debe al estado de secularización, el alejamiento de lo
espiritual y las bases de la filosofía aristotélica. O sea, pasamos de la
duhalidad platónica al monismo aristotélico. Este concepto de belleza se basaba
en la mujer, a diferencia de los grecos romanos, en el cual la belleza, era un
atributo del género masculino, cuerpos magros y definidos.
El
humanismo ve la belleza en las caderas anchas de la mujer, dado que era símbolo
de fertilidad. El ser humano era el centro de todo.
En
el barroco, este concepto de centro se invierte. Llega la angustia, producto de
la secularización. Hay duda de la trascendencia a un mundo espiritual. El
barroco es como una voluta, la belleza se aloja en lo retorcido, lo recargado,
lo oscuro, en vivir el momento, el Carpe Diem.
En
cada movimiento, el concepto de belleza mutaba, variaba.
En
el Romanticismo, la belleza se asociaba al amor, como un estado de entrega y
pureza por el sujeto amado. La idealización y perfección que veía el enamorado
tiene sus raíces en las novelas caballerescas, el Amadís de Gaula (obra
emblemática). Se produce la trasmutación de los ritos feudales, donde la amada,
ocupa el lugar del señor feudal y el caballero es el vasallo.
Nuevamente, en el Neoclasicismo se retoma la Antigüedad Clásica. Sin embargo se produce una modificación con el concepto de belleza. La belleza se aloja en la inteligencia, el arte debe poseer un fin didáctico. Lo que se continua del Humanismo es el concepto de mímesis aristotélica. En otras palabras, el arte como copia.
Con el Modernismo la belleza era el arte en sí mismo. Se utilizaba mucho el color azul y la simbología de los cisnes. Uno de los artistas emblemáticos de este movimiento es Rubén Dario.
El Feísmo, aunque suene contradictorio, crea belleza desde la fealdad. Este movimiento produjo muchas controversias y polémicas sobre que es lo feo y que es lo bello.
La Vanguardia, palabra de término bélico (si bien hubo muchas escuelas vanguardistas, esto es un paneo general). La belleza se referencia con la ruptura de la representación y la idea del artista como genio creador, todo debe ser creado como por primera vez, la idea de la originalidad. El arte busca un sentido propio por fuera de la realidad de la vida cotidiana y la belleza se aloja en los quiebres y fragmentos.
Otros movimientos, como el Naturalismo, fueron sumamente críticos con la sociedad de su tiempo. Un ejemplo es "El retrato de Dorian Gray" de Oscar Wilde, donde el culto a la juventud y a la belleza corporal es tan poderoso que Dorian es capás de destruir la belleza de su alma para conservar la de su cuerpo, y así escapar a la vejez (esto genera una lucha entre la belleza del cuerpo y la belleza del alma).
El Realismo sin embargo cree fuertemente en el verosímil, la literatura tiene un contenido político, la belleza para los realistas está en representar la realidad social para transformarla. El ideologema de estos escritores es escribir para construir una nación moderna y el concepto de ciudadanía. Cito a Faustino Sarmiento con su obra "El Facundo" o a Rómulo Gallegos, autor venezolano con su obra "Doña Bárbara". Estas obras apuntan a lo ya mencionado, y hasta me atrevería a decir que ambas obras dialogan una con la otra.
Podría extenderme aun más y llegar a la eclosión de nuestra época, donde todo se relativiza y llegamos a hablar de la pos verdad.
Quizá la belleza siga escapando, quizá la belleza sea todo, quizá la belleza sea un signo, quizá la belleza sea una interpretación, una lectura; queda claro que a modo de términos lingüísticos, la belleza es un sustantivo abstracto que nada tiene que ver con las cosas. En eso quizá Emanuel Kant no estaba equivocado, el lenguaje nunca puede llegar a los objetos. Entonces, podemos decir, quizá la belleza sea nada.
Nuevamente, en el Neoclasicismo se retoma la Antigüedad Clásica. Sin embargo se produce una modificación con el concepto de belleza. La belleza se aloja en la inteligencia, el arte debe poseer un fin didáctico. Lo que se continua del Humanismo es el concepto de mímesis aristotélica. En otras palabras, el arte como copia.
Con el Modernismo la belleza era el arte en sí mismo. Se utilizaba mucho el color azul y la simbología de los cisnes. Uno de los artistas emblemáticos de este movimiento es Rubén Dario.
El Feísmo, aunque suene contradictorio, crea belleza desde la fealdad. Este movimiento produjo muchas controversias y polémicas sobre que es lo feo y que es lo bello.
La Vanguardia, palabra de término bélico (si bien hubo muchas escuelas vanguardistas, esto es un paneo general). La belleza se referencia con la ruptura de la representación y la idea del artista como genio creador, todo debe ser creado como por primera vez, la idea de la originalidad. El arte busca un sentido propio por fuera de la realidad de la vida cotidiana y la belleza se aloja en los quiebres y fragmentos.
Otros movimientos, como el Naturalismo, fueron sumamente críticos con la sociedad de su tiempo. Un ejemplo es "El retrato de Dorian Gray" de Oscar Wilde, donde el culto a la juventud y a la belleza corporal es tan poderoso que Dorian es capás de destruir la belleza de su alma para conservar la de su cuerpo, y así escapar a la vejez (esto genera una lucha entre la belleza del cuerpo y la belleza del alma).
El Realismo sin embargo cree fuertemente en el verosímil, la literatura tiene un contenido político, la belleza para los realistas está en representar la realidad social para transformarla. El ideologema de estos escritores es escribir para construir una nación moderna y el concepto de ciudadanía. Cito a Faustino Sarmiento con su obra "El Facundo" o a Rómulo Gallegos, autor venezolano con su obra "Doña Bárbara". Estas obras apuntan a lo ya mencionado, y hasta me atrevería a decir que ambas obras dialogan una con la otra.
Podría extenderme aun más y llegar a la eclosión de nuestra época, donde todo se relativiza y llegamos a hablar de la pos verdad.
Quizá la belleza siga escapando, quizá la belleza sea todo, quizá la belleza sea un signo, quizá la belleza sea una interpretación, una lectura; queda claro que a modo de términos lingüísticos, la belleza es un sustantivo abstracto que nada tiene que ver con las cosas. En eso quizá Emanuel Kant no estaba equivocado, el lenguaje nunca puede llegar a los objetos. Entonces, podemos decir, quizá la belleza sea nada.
Mención en el concurso "Príncipe Oddone
Di Savoia 2017", y premiado con publicación de libro colectivo gratuito.
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