En
el cénit
.
Escribo en el azul longino del
horizonte,
En combado cielo de gaviotas,
lees tu nombre…
escrito con letra quebradiza,
de arena blanca.
Carey, caparazón de tortugas
delgado hilo ambarino,
a punto de desaparecer.
Escurre agua entre la nada,
por cauce de luz navego
en ésta página en blanco imperfecto;
para no quedar
como mancha blanca en la memoria.
Temblamos de olvido;
devastan nuestras huellas cristales de
piel.
Raza de aves traza simétrico vuelo,
dejan la tristeza olvidada… los años.
Horas pasadas… el río las lleva mar
adentro.
Sonrisa estridente de pájaros
en terreno prohibido
obligados a reproducir el sonido de las
olas.
Recorro con atención, ínsulas, ríos,
cordilleras,
geografía trazada en mi cuerpo por tus dedos.
Apacentadas en lejanos tejados; diferentes
estrellas.
El solsticio ayuda a cosechar trigales.
Pintar la luna quisiera y guardarla.
El insomnio hace presa de mí,
enormes telarañas
descubren recónditos lugares mutilados.
Luciérnaga fui en dos veranos falibles, antípodas,
de calor, esquirlas de fuego.
Caricias olvidadas,
colgadas en ristras tras la puerta.
Palabras estériles escritas en ésta
página imperfecta.
Soy huésped de tu abrazo.
En tu regazo veo adelgazar el tiempo
en entrañas de sueños breves.
Con fuerza ato mi edad, la tuya.
Juntos envejeceremos Dios mediante.
Escribo en mis piernas olor a selva y
lianas.
Tus dedos recorren mis vetas de madera
seca.
Me arropo con tu nombre al acostarme.
¡No importa la vastedad evanescente de
la vida;
así vendrá la paz¡
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