sábado, 21 de octubre de 2017

Lilia Cremer-Argentina/Octubre de 2017



                           Súbitamente

Súbitamente, una tarde  de lluvia sosegada,
con mi melancolía de soledad callada
gritándome mil cosas que el corazón las guarda
y trata de ocultarlas: sentires, pareceres,
desazón y nostalgia, surgió una luz muy clara
cual sol de la mañana.
Irrumpió como un bálsamo en mi alma atormentada
y vi tus ojos que eran origen de esa magia.
Imposible dejarte, todo mi ser vibraba,
había encontrado al fin mi par, mi mitad anhelada.
Fue un deslumbramiento, la plenitud lograda,
entre dos existencias vagando ensimismadas.
Vivimos esa dicha de compartirlo todo, pero
el tiempo que pasa, la convivencia ingrata,
descorre el cortinado y los defectos pasan a escena
y se tornan en los protagonistas de éste, nuestro drama.
Lo cotidiano tiñe todo de enojos y de lágrimas,
de heridas que no cierran y de resentimiento
que al amor desvanece y al desamor instala.
Debemos separarnos, tomar una distancia,
para lograr extrañarnos  y desearnos sin pausa.
Si es verdad que  aquel rayo de pasión y de gracia
 que nos atravesó, esa tarde de lluvia sosegada, es verdad
para nosotros, la verdad revelada,
yo correré a buscarte, capturaré la magia
y pediré que sigamos con tus luces, tus sombras,
mis aciertos, mis mañas,
caminando la vida sin pensar en mañana.

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