Súbitamente
Súbitamente, una
tarde de lluvia sosegada,
con mi melancolía de
soledad callada
gritándome mil cosas que
el corazón las guarda
y trata de ocultarlas:
sentires, pareceres,
desazón y nostalgia,
surgió una luz muy clara
cual sol de la mañana.
Irrumpió como un bálsamo
en mi alma atormentada
y vi tus ojos que eran
origen de esa magia.
Imposible dejarte, todo
mi ser vibraba,
había encontrado al fin
mi par, mi mitad anhelada.
Fue un deslumbramiento,
la plenitud lograda,
entre dos existencias
vagando ensimismadas.
Vivimos esa dicha de
compartirlo todo, pero
el tiempo que pasa, la
convivencia ingrata,
descorre el cortinado y
los defectos pasan a escena
y se tornan en los
protagonistas de éste, nuestro drama.
Lo cotidiano tiñe todo de
enojos y de lágrimas,
de heridas que no cierran
y de resentimiento
que al amor desvanece y
al desamor instala.
Debemos separarnos, tomar
una distancia,
para lograr
extrañarnos y desearnos sin pausa.
Si es verdad que aquel rayo de pasión y de gracia
que nos atravesó, esa tarde de lluvia
sosegada, es verdad
para nosotros, la verdad
revelada,
yo correré a buscarte,
capturaré la magia
y pediré que sigamos con
tus luces, tus sombras,
mis aciertos, mis mañas,
caminando la vida sin
pensar en mañana.
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